En medio del camino,
de un lado para otro, siempre igual, intentando enredarte entre mis pies,
jugando a sabe Dios qué, intentando interrumpir el paso, ¿acaso no ves? ¡qué
estos pies que por el mundo pasan están acostumbrados a sortear obstáculos!.
Cada día eres más
pequeña y no aprendes, ¿acaso no comprendes que los que te dan golpes son
demasiado fuertes?
No te hagas ilusiones
de permanecer siempre, ¡mírate qué bajo has caído, tu cuerpo cada día está más
desgastado!.
Es tu orgullo lo que
te hace pensar que puedes resistir al tiempo; ¡no seas ilusa! Cada día que pasa,
un trozo más de ti se desvanece ¿o por el contrario en tu cabeza se ha
desarrollado la idea de que el tiempo todo lo vence? ¡no tú, piedra desgastada!.
Yo, Gaviota que en la bravura del mar se mueve allá en el agua, no tropiezo en
la piedra, ¡renuncia a ese sueño! Yo no soy esa que tú crees para tropezar dos
veces con el mismo canto. ¡Sigue pensando que puedes llegar a la cresta de la ola!
Mientras ella te golpea, tú sigue en esa playa, en el camino, triste y sola.
Mientras uno va leyendo, intuye que hay otra historia detrás de lo que se nos cuenta y, en ese ejercicio de búsqueda, uno puede tender a poner nombre a esa piedra y a convertirse en esa gaviota, ¿o viceversa?.
ResponderEliminarCuantas historias hay aqui se mesclan tres o estoy equibocado tremendamente interesante
ResponderEliminarLos obstáculos se vencen, la vida fluye y la suerte toca a tu puerta.
ResponderEliminarNo entiendo mucho tu narración, pero si te digo que las gaviotas me encantan. MªDolores.
ResponderEliminarMe gusta mucho tu relato.
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