MI TESORO
De tarde en tarde, me entra la vena nostálgica, me pongo melancólica, yo diría que hasta un poco tonta. Pues bien, eso es lo que me ocurrió hace poco, cuando me puse a hojear los álbumes de fotos. Tengo muchos porque siempre me ha gustado la fotografía: hacerlas y luego colocarlas en los álbumes para, de vez en cuando, entretenerme mirándolas.
Me encontraba yo en esos menesteres, observando los cambios que yo misma he ido experimentando a medida que el tiempo ha transcurrido, mientras pensaba para mis adentros: ¡pero qué vieja estoy! ¡sí, ya sé que el tiempo no pasa en balde…! En eso estaba, digo, cuando surgió de pronto el sortilegio: tenía entre mis manos el álbum ocupado íntegramente con las fotos de mi nieto (el primero de muchos, he de aclarar). Abrí la portada y me encontré con la foto sacada en el momento siguiente a su nacimiento; una foto evocadora que me hace recordar la noche en que llegó a este mundo. Es la imagen de un bebé recién nacido que se encuentra en el pecho de su madre, quien le está transmitiendo su calor y pasándose energía mutuamente (ellos no lo saben, pero es cierto). Su madre le tiene la mano encima y le acaricia con suavidad. En su rostro se refleja la felicidad que le embarga. Está radiante, sus ojos le brillan de un modo especial y su boca dibuja una tierna sonrisa de alegría y regocijo. Es un momento inolvidable.
El bebé que acaba de nacer es mi nieto. Me siento abuela por los cuatro costados, estoy henchida de felicidad y percibo sentimientos indescriptibles, todos bonitos, positivos, que me llenan de ilusión. ¡Estoy como en una nube!. Acto seguido, llega el culmen: llega la enfermera y deposita al bebé en mis brazos. Aunque es…¡tan pequeñito!, yo lo siento grande. Es ¡tan frágil! pero yo lo siento fuerte, ¡tan vulnerable! y sin embargo para su abuela tan poderoso. ¡Experimenté una sensación tan grata y placentera!.
Este niño ha cambiado mi vida, y la de su abuelo, por supuesto. Nos da alegría y felicidad a raudales. Yo digo que es mi tesoro y así lo siento. Ya tiene siete años. Disfruto de su compañía los fines de semana y aprendo mucho de él. Soy abuela. Se nota ¿verdad?. Es una experiencia tan maravillosa que me pareció bonito compartirla. Es lo que hago.
Corregido el error, como el relato, la autora y el nieto objeto de tanto amor, se merecen, por supuesto. La fotografía ayuda, efectivamente, a congelar en el tiempo vivencias, experiencias que uno lleva ya en el corazón. Muy bonito, Mary.
ResponderEliminarINFINITAS GRACIAS: NO ESPERABA MENOS DE TI. PUEDES IMAGINARTE LA GRAN ILUSIÓN QUE ME HA PRODUCIDO PODER LEER ESTA NARRACIÓN TAN QUERIDA POR MI. HASTA MAÑANA.
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