Primer día de diciembre y se respira la Navidad, ¡qué bonita
palabra! y cómo nos abre los sentidos, haciendo revivir nuestros recuerdos,
evocando en nosotros sentimientos tristes y alegres. Qué pena que la hayamos convertido en una fiesta
familiar y comercial, lo que conlleva, la mayoría de las veces, que nos
olvidemos del sentido que tienen estas fechas para toda la cristiandad.
El 24 de diciembre, Cristo se hace hombre para poder, después,
morir por nosotros y para que podamos tener otra madre en el cielo. Qué dos
cosas tan importantes para nuestra vida a partir de ese día. Pero, ¿qué hacemos nosotros?, lo hemos
convertido en una fiesta familiar donde nos reunimos, comemos, bebemos y nos
divertimos; cosas que serían positivas si no nos olvidáramos del verdadero
espíritu de la Navidad.
La noche del 24, tenemos que celebrarlo, sí, pero con
alegría; unas veces con unas personas y otras sin ellas, dando ejemplo a
nuestros hijos y nietos para que lo sigan haciendo siempre.