domingo, 28 de febrero de 2016

ADÁN Y EVA. Candelaria Díaz.





-         ¡Eva, te digo que estoy depre!.
-         ¡Pero si esto es maravilloso!
-         ¡Paraíso sí es, pero me aburro!.
-         ¡Sí, pero yo no te puedo dar más!
-         ¡No me tientes que tengo unas ganas!
-         ¡Chico, como hombre siempre pensando en lo mismo!
-         ¡Pues tápate que vas a coger frío!
-         ¡Claro, tú quieres darme calor!
-         ¡Chica, un abrazo no viene mal!
-         ¡Sí, luego yo soy la que paga y tú de rositas!
-         ¡Será porque Padre, Hijo y Espíritu Santo son varones!
-         ¡Como mujer eso no me cuadra; ¡machismo puro!
-         ¡Dame la manzana y verás que rico!

-         ¡Te digo que lo que pase es toda tu culpa y de ahí vendrá la violencia de género!



MIS PADRES ENFERMOS. Elvira Martín Reyes





Nico:              Luis, los chicos no han venido hoy a vernos.
Luis:               Tienen su trabajo y su familia, Nico.
Nico:              Pero nosotros también los necesitamos, que estamos enfermos.
Luis:               ¿Sabes cómo se llama eso, Nico? Egoísmo.
Nico:                          Pues no me importa ser egoísta, hasta el punto que tampoco me importa seguir enferma, por tal de verlos a todos ellos, a los ocho.
Luis:               Los hemos criado con mucho trabajo, pero para ser libres, ahora no nos podemos quejar, tienen su vida, su trabajo y su familia. Duérmete, Nico, pensando que todos están bien, ya buscarán un rato para venir pero dicho sea de paso en la habitación de al lado tienes una de ellos.
Nico:              Pues bendito sea Dios, Luis.




ENVIDIA. Natividad Morín.





            Les cuento que no solían gustarme los enfrentamientos, sin embargo, aquella tarde empecé a verlos de otra manera porque, cuando alguien abusa y acusa de infidelidad a personas cercanas y a las que dice que quiere, uno no puede contenerse. No entiendo cómo hay gente que siente envidia, celos y lo convierte en violencia, estas personas no debería dormir a “pierna suelta”, ¿ o sí?.
            La envidia es un problema, cuando es obsesiva y enfermiza porque quienes la padecen, no viven tranquilos, sobre todo cuando son celos. Este conflicto lo sufre la mayoría de los seres humanos; hablo de que, seguramente, muchos hemos sentido “envidia sana” pero por tonterías, que no pasan de ahí. Lo demás es otra cosa.



PADRE e HIJA. Fanny.


 
Hija:               Hola papi ¿qué tal te fue el día?.
Padre:           Estupendo me encontré con mi amigo José.
Hija:               ¡Qué bien!
Padre:           Y a ti cómo te fue en el examen de matemáticas.
Hija:               ¡Excelente! Saqué un diez.
Padre:           Me alegro te lo mereces, eres buena alumna.
Hija:               Gracias papi.
Padre:           Te dejé la medicina como de costumbre en la mesilla de tu habitación. Pero cuando me levanté para ir a mi trabajo me di cuenta que no te la habías tomado.   ¿Qué pasó? Tú sabes que es el tratamiento para el bien de tu salud.
Hija:                           Lo siento papi, me quedé dormida.
Padre:           Espero no se te haga costumbre.
Hija:                           Pero no te enfades papi te prometo no volverá a ocurrir.
Padre:           Está bien.
Hija:                           ¿Cómo te va en el trabajo?.
Padre:           De momento bien, sólo que me han cambiado el horario. Tengo que trabajar todo el día.
Hija:                           Son muchas horas me da pena que trabajes demasiado.
Padre:           Es mi obligación hacerlo tengo que sacar la familia adelante.
Hija:               Es por eso que sigo estudiando para obtener una profesión y poder trabajar yo y tú puedas descansar y poder recompensarte el sacrificio que estás haciendo por mí.
Padre:           Te lo agradezco sé que lo dices con sinceridad, todos los días doy gracias a dios por haberme dado una hija con buenos pensamientos.
Hija:                           Yo también doy gracias a Dios por tener el papá más responsable.
Padre:           Espero que esta conversación sirva para tener más comunicación entre nosotros, como padres e hija que somos.
Hija:                           Claro que sí papi.
Padre:           Déjame darte un abrazo.

Hija:               Sí papi hazlo. 


PIJA Y AMA DE CASA. Dolores Fernández Cano



  -Hola Macarena, cuánto tiempo. Mira que bolso de piel de cocodrilo me acabo de comprar.
        -Buenos días, Clementina, ¡cuánta elegancia!. ¿te habrá costado un pastón?.
     -   Hija, el dinero se tiene para satisfacer los caprichos.
     -   Clementina, yo no puedo permitirme esos lujos.
   -    Es verdad, tú siempre has sido muy poquita cosa.
-  Es que el sueldo de mi marido no da para tanto. Después están los niños que piden mucho.
    -    Siempre que te encuentro, llevas el mismo vestido.    

  - Sí, lo lavo por las noches para ponérmelo por las mañanas.
      -Pues mi fondo de armario es lo más de lo más…
   -Te dejo Clementina, tengo que pasarme por el súper
    -    Macarena, debes espabilarte y renovarte. Yo hoy almuerzo en el restaurante más chic de la ciudad. Bueno, yo también me marcho. Chao, chao.


LA HIPOCRESÍA. Lucía Hernández





            Les cuento que no solían gustarme los hipócritas, sin embargo, aquella tarde empecé a verlos de otra manera porque los que vivimos en este mundo no sabemos ni como es, lo desconocemos casi todo.
            Asistí a una reunión y como es normal siempre se comenta algo, cada una dice una cosa. Empezaron de tal forma que me daba hasta miedo; será que yo llevo la verdad siempre delante, pero daba pena escuchar aquellos disparates, yo pensaba ¿será que yo no entiendo más? Pero me pongo a analizar y en conclusión me pregunto cómo puede haber personas de esta índole.   Pienso que la hipocresía no debe de existir pero hoy en día es una de las cosas más corrientes.
            Para mí la hipocresía es un fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a lo que sientes, que finges o que aparentas lo que no es, que sólo son cosas que te pasan por la cabeza y eso es muy malo, porque quizás me dicen una cosa y me quedo pensando si será verdad o será hipocresía. Pero bueno así lo hallamos y así lo dejamos porque habrá personas que piensan:

            Las palabras que yo siento
            Esas son las que no digo
            Antes que echarlas al viento

            Quiero que mueran conmigo.



EUSEBIA Y GENEROSA SE VAN DE BODA. Antidia Iraida.





-Oye, Eusebia, ¿Tú vas a dir a la boda de Emgracia la jija de Chona?.
-Pos esas jideas tengo, Generosa, pero primero tengo que jallar un refajo que me rejunte bien las carnes, pos no quiero facer el ridícalo.
-Mírala jella ajora, se me ha jecho fina, muchacha, ¿tú no tinias el de jace tres años cuando fistes a la de Panchita, la  jija de Aquilino?
-¿Pero no tienes jojos en la cara, Eusebia? ¿Tú no te dais cuenta que tengo 20 kilos de mais?.
-Pero tú estais mal ¿ande los tienes? ¡pues yo no te los vedo!.
-Janda, que en lugar de dir a la boda donde vamos a tener que dir es al ojero, pa que te jaga una revecion y te mire el jojo por dientro bien irao.
-Esus mujer, tampoco te pongas ansina.

-Que no se jable maás, Generosa, de camino que jallamos mi refajo, vamos a dir al culista paque sepa vierte mañana mesmo camimamos pa la ceudad, jale pa su casa a pancharce que no se jaga tarde.