Degustar
los caldos de la zona se había convertido en un ritual para él. Miró a los lados, vio a una joven sonreirle
desde una mesa cercana. Pensó, uy! esa sonrisa invita a un acercamiento. Halagado y sin pensarlo, se acercó;
¿brindamos?, le preguntó. Ella contestó: no nos conocemos, ¿qué celebramos?.
¡Celebramos su sonrisa!, se apresuró a
contestar él para alargar el momento.
Ella,
atrevida, le responde: cierto, sería un brindis inusual, aunque mi sonrisa
obedece a la búsqueda de alguien con sentido del humor, inteligente y…que no
haga preguntas.
Esperó
su respuesta con mirada pícara y no tardó en escucharla: Soy yo la persona
indicada, aseguró él, interesado.
Cuando
vi una imagen con la copa en la mano, pensé puede ser él. Siento quitar el
embrujo del momento, continúo diciendo ella, pero rodamos una película con
alguna escena en la que el vino y la pareja tienen mucho que ver. El escenario es una alcoba y la escena
transcurre en la cama.
¡Aceptaré
si es usted la compañera de rodaje!.
Ella contesta, no hay condiciones, ¿recuerda?.