Les cuento que no solían gustarme
las personas negativas, sin embargo, aquella tarde empecé a verlos de otra
manera porque descubrí que a aquella familia le había caído la negra y, si la
madre estaba siempre negativa, era porque la vida la había tratado muy mal. Primero,
falleció un hijo de un accidente, al poco tiempo murió el marido y después
enfermó la hija. La pobre no sabía qué
hacer. Entonces, entendí que tenía razón con ser negativa pues todos nos sentiríamos igual si la vida nos
tratara de esa manera.
martes, 23 de febrero de 2016
LOS ENGREÍDOS. Candelaria Díaz
Les cuento que no solían gustarme
los engreídos, sin embargo, aquella tarde empecé a verlo de otra manera porque
yo lo creía fanfarrón, echón pedante y, hete aquí, que lo vi llevando del brazo
a una anciana. Se acomodaron en un banco de la plaza, él la sentó con mucho
amor, por lo menos eso parecía, le dio agua, le limpió la boca, se lo hacía con
ternura, ¡yo con la boca abierta! No me lo podía creer, aquel ser odiado por
sus empleados estaba lleno de virtudes, ¿pero que milagro era lo que estaba
viendo?.
Al día siguiente en el trabajo, él
volvía a ser más de lo anterior; altivo, mirando a todos casi con
desprecio. Me tiene intrigada, se lo
preguntaré aunque me despida, pensé.
Le conté lo que había visto y me
miró sorprendido. A los pocos segundos,
con sinceridad me dijo que era una pose porque si le temían trabajaban duro y
la empresa funcionaba, me pidió que no lo descubriera, que el personal estaba
asegurado.
No hay que pensar mal, siempre hay
algo que no sabemos.
POTAJE DE CALABAZA. Antidia Iraida.
Les cuento que no solían gustarme
los potajes de calabaza, sin embargo, aquella tarde empecé a verlos de otra
manera porque tenía que conseguir que su sabor tan insulso fuese algo tan
exquisito, como nada visto hasta el momento.
Saqué a la luz todas mis artes de
bruja culinaria rociadas con cariño y amor, que pronto aquello que era tan
simple comenzó a esparcir aromáticos olores, los cuales además de estar por
toda la casa, pronto llegaron a la escalera y a la nariz de mis vecinas, María,
Juana y Gertrudis, que rápidamente me tocaron al unísono a la puerta, curiosas
por saber qué estaba experimentando en mi cocina, ya que ese olor nunca jamás a
sus narices había llegado.
Cuando ya la poción estaba en su
completa ebullición, yo quería despacharlas no fuera que descubrieran mi secreto,
pero no hubo forma de deshacerme de ellas.
Así que no me quedó otra que
invitarlas a probar aquella “delicatessen”; mal que hice, pues entre un poquito
y otro poquito, las glotonas me dejaron sin mi potaje de calabaza. ¡Menos mal
que según fui echando a la olla, apunté los ingredientes! Y que no me pillaron
mis apuntes aquellas insaciables, porque si no… ya mi potaje no sería único…: ¡¡si
las conoceré yo, que todo lo quieren igual!!.
CUCARACHAS. Edelmira Linares.
Cansada y con ganas de desconectar
de una semana agotadora, tomé la decisión de coger el coche, mi perrita y poner
rumbo al sur, con la idea de pasar el fin
de semana en el apartamento que acababan de dejar los últimos inquilinos.
Sabía que tendría que llegar
limpiando, pues ninguno lo deja como debería, pero lo que nunca pensé es
encontrarme con lo que hallé; después de un rato buscando aparcamiento, sacar
los bolsos, arrastrar con la perra y por fin llegar al apartamento, cuando abro
la puerta, entro y descubro…, para mi horror, que la casa está invadida por
cucarachas enanas, las cuales entran y salen por todo agujero y rendijas
imaginables.
Solté los bolsos y salí corriendo de
allí. No me lo podía creer…; era mi peor pesadilla…¡Las odiaba! Y tenía que
acabar con ellas cuanto antes.
Corrí a la ferretería más cercana,
me recomendaron unos productos. Subí de nuevo y fumigué como pude, tuve que
salir de allí, porque el aire era irrespirable.
Después de unas horas volví y
descubrí que había salido victoriosa.
Así
que lo que iba a ser unos días de descanso y relax, se convirtió en esta
pesadilla que podría titular “Una canaria contra cucarachas inglesas”, pero lo
que ellas no sabían es que aquí somos de armas tomar.
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