viernes, 1 de junio de 2012

EL DUENDE DE LOS CALCETINES de Dolores Fernández Cano





Soy el duende de los calcetines y mi misión en la tierra es la de incordiar al prójimo.  A doña Engracia casi la vuelvo loca pues le escondí un calcetín azul de su hijo.  Por mucho que lo buscó, no lo encontró y optó por unir el que quedaba a uno de color negro.  ¡Cómo me reí cuando se los colocó en sus pies! ¡Ni se dio cuenta que era de otro color y así se fue a trabajar!
Patricio es un señor jubilado que vive solo y se cambia muy a menudo de calcetines, ya saben ustedes, por eso del olor…
Cuando hace la cola, que le toca los viernes, escondo uno de cada color, o sea, uno verde, otro gris, otro marrón; los dejo sin pareja.  Patricio revuelve y rebusca por toda la casa, sin que pueda encontrarlos, claro está.  Por eso, al día siguiente se ve obligado a ir a un comercio a comprar más calcetines.
No me crean un malvado, sólo soy pillín, travieso y juguetón; soy eso:  el duende de los calcetines.

LOS INTRUSOS de Teresa Jiménez






A mi vivienda de La Laguna, llegaban 
intrusos cuando menos lo esperabas. Como con quien se entendían era con mi hijo Manolo, tenían que esperar porque a veces esas visitas demoraban horas.  Para que no se aburrieran y mientras esperaban, les daba una revista y ellos se pasaban la tarde leyendo.

Por fin, cuando llegaba mi hijo, se los llevaba al 
paredón, con revista y todo.  Aquellos intrusos no eran 
otros que unos molestos ratones

LA BODA DE MI MEJOR AMIGO de Candelaria Bacallado







Estoy en la iglesia de Las Carmelitas, muy feliz porque hoy se casa mi mejor amigo.  La novia ha llegado antes que él.  Está muy elegante aunque se le ve muy nerviosa.  La música suena y todos los invitados miran hacia la puerta; esperan la llegada del novio pero no aparece.  No imagino qué pudo haber pasado pues mi amigo es un hombre muy puntual.  Empiezo a inquietarme, miro hacia la novia que no deja de mirar la puerta. 
El sacerdote se acerca al padre del novio y habla con él; tiene otra boda dentro de poco y no puede esperar más tiempo.  De pronto, veo aparecer a un señor que trae noticias.  Hubo un accidente cerca de la iglesia; el novio es el accidentado por tanto, se suspende la boda hasta que mi amigo mejore.



UNA VISITA NO DESEADA de Amalia Jorge Frías





Aquel día, el teléfono sonó temprano.  Aún no me había levantado y me sobresalté.  Era una de mis hijas.
-Mamá, por favor, ven pronto.
Esas palabras y el tono de su voz al pronunciarlas, me alarmaron.
-¿Qué pasa?- pregunté.
-¡Ven, ven! Ha entrado una intrusa en mi casa- fue toda su respuesta.
-Pero… ¿es alguien violento? ¿te quiere hacer daño?- atine a decirle.
-¡No, no! Nada de eso pero, no sé qué hacer para que se vaya, por favor, ven pronto.
Me levanté, me vestí con cualquier cosa y me fui corriendo; en menos de diez minutos ya estaba en su casa.  Cuando entré por la puerta, miré por todas partes y no vi a nadie salvo a mi hija que no se movía de la esquina donde estaba.
-¿Pero, dónde está esa intrusa de la que hablas?- pregunté algo enfadada
-Allí, debajo del sillón – me contestó con un hilo de voz.
Me agaché y sí, allí estaba: era una tremenda cucaracha que, sin avisar ni pedir permiso, se había colado por la ventana.

¿LA BODA? de Natividad Morín





Estoy en una iglesia, vine a conocerla y me encontré con la sorpresa de que se va a celebrar una boda.  Me encantan las bodas, así que me voy a quedar a verla.  Todos los invitados van muy encopetados.  Ellas con sus trajes largos y brillantes, ellos con traje de chaqueta y pajarita.  La novia acaba de llegar del brazo del padre del novio.  Lo sé porque escuché como alguien cuchicheó sobre el tema a mi lado.  No paran de hacerlo y todos se ven muy nerviosos porque se supone que debe ser el novio quien espere a la novia y no al revés.  Las amigas de la novia han hecho un corrillo y no paran de hablar, mientras que el cura no deja de mirar el reloj.  Se nota que está desesperado.  Todos, incluido yo, miran hacia la puerta, aunque está claro que el novio no vendrá; se habrá arrepentido a última hora.

LA CARTA de Teresa Jiménez




A causa de la guerra civil, una pareja, como tantas otras, se vio obligada a separarse así que, todo lo que sentía el uno por el otro, se lo decían a través de cartas.  Así fue durante un tiempo hasta que, pasaron unos meses sin que ella recibiera noticias.  Ella seguía escribiéndole y en sus cartas le rogaba e insistía en que por favor contestara, que no podía vivir sin recibir noticias tuyas, que sus cartas le hacían tanta falta como respirar, que eran su vida.  Si no las iba a recibir más, mejor sería morir, ¿por qué aquel silencio?.  Ella pasó meses de profunda tristeza y congoja, mientras seguía esperando en completa incertidumbre.
Pasado el tiempo, llegaron todas las cartas juntas, en un solo paquete aunque con el nombre de un remitente desconocido que le contaba que su amado había caído en aquella cruel guerra.

QUERIDO PAPÁ de Mary Rancel




Fuiste un árbol robusto,
erguido, ágil, ligero:
la savia corría en tu tronco
oxigenando tu cuerpo.

Las ramas con armonía,
las hojas con sentimiento,
que daban sombra y cobijo
y soportaban los vientos.

Guardas memorias de antaño,
cada vez más sabio eres.
Con sensatez y cordura,
nos guardas y nos proteges.

Con el paso de los años,
el tronco se torna estrecho,
las ramas se han vuelto frágiles;
marchitas las hojas crecen.

El árbol por ser longevo
siempre será venerado
y cada vez más querido,
contemplado y admirado.

Esta rama que tuviste,
muy orgullosa se siente
de tener de un árbol noble
al que adora y atiende.

OJOS TRISTES de Natividad Morín





Irene tenía trece años cuando, un día, de camino al colegio, tropezó con algo en la calle.  Al mirar, se dio cuenta de que se trataba de un collar para perros con una placa que llevaba el nombre de Toby.  Al levantar la vista lo vió.  Era un perro grande de pelo corto y suave que, a pesar de ser precioso, tenía los ojos muy tristes.  Al percatarse de la presencia de Irene, el perro dio la vuelta y salió corriendo.  Ella fue tras él pues suponía que el collar era suyo pero, el perro había desaparecido.
Cuando ya casi se había olvidado del asunto, Irene se encontró con el perro por segunda vez.  Iba acompañada de unas amigas en dirección a la biblioteca donde pensaban pasar la tarde estudiando.  En esta ocasión, Toby se le quedó mirando con aquellos ojos tristes pero, tal como ocurriera la primera vez, cuando ella fue hacia él, llamándolo por su nombre, ¡Toby!, se asustó y se marchó.  Por más que lo buscó, Irene no logró encontrarlo; tal pareciera que se trataba de un perro fantasma.
Pasaron los días y una tarde en la que Irene estaba ordenando su habitación, encontró el collar del perro.  ¡Cuánto le hubiera gustado encontrarlo!.  En ese momento, algo la impulso a mirar por la ventana y… allí estaba: ¡Toby, Toby!, lo llamó y esta vez se quedó quieto en el mismo lugar, mirándola, como esperando por ella.  Irene salió presurosa a su encuentro y observó una alegría nueva en los ojos del perro.  Le puso el collar, le acarició su pelo suave y Toby respondió a esas caricias con una mirada llena de cariño; con ella parecía estar dándole las gracias por ayudarle a romper el hechizo.
Al ponerle el collar, Toby desapareció para siempre.  Irene se quedó triste y desconsolada, comprendiendo que efectivamente se trataba de un perro fantasma.


miércoles, 30 de mayo de 2012

EL INTRUSO de Dolores Fernández Cano



Regina era una mujer madura, solitaria.  No tenía amigas y mucho menos amigos.  Se sentía incomprendida por la sociedad pero todo cambió cuando llegó a su vida el intruso. Se lo encontró cerca de su casa.  Regina vive en un bungalow ubicado en una urbanización muy bien planificada donde ella disfruta paseando.  Eso es lo que hacía cuando se percató que alguien la seguía, de modo que volvió a su casa para despistar al perseguidor.  Cuando procedía a introducir la llave en la cerradura, miró hacia atrás y allí continuaba el intruso.  Regina, muy enfadada, le plantó cara:
-¿Por qué me sigues? Me estás comprometiendo. ¡Márchate!.
Pero él ni se movió.  La contemplaba con una lánguida mirada, implorándole que la dejara estar con ella, que le daría compañía puesto que los dos se encontraban en igualdad de condiciones; solos.
Regina no tuvo más remedio que darle cobijo y, desde luego, no se arrepintió pues juntos se divertían y disfrutaban al mismo tiempo que se daban cariño.
No sé qué estarán pensando pero les cuento que el intruso había sido hasta el encuentro con Regina, un perro abandonado que, al encontrase con ella, presintió que ambos se necesitaban.

LA AUSENCIA de Candelaria Bacallado




Como cada día, Carmen acudió al trabajo en tren aunque esta vez salió algo más tarde, por lo que estaba contrariada.  Ensimismada en sus pensamientos, no se dio cuenta de que el tren ya había pasado por su parada habitual y, cuando salió de su ensoñación, vio lo lejos que estaba de su trabajo.  Miró el reloj y era demasiado tarde. Empezó a ponerse nerviosa.  Esa mañana no era igual que las demás y es que había tenido una conversación con su hija en la que le comunicó su decisión de irse a vivir a otro lugar, fuera de casa.  En cuestión de segundos, por la mente de Carmen había pasado toda la vida de esa niña, después adolescente y ahora una mujer que tomaba decisiones propias.  Aunque entendía y respetaba sus elecciones de vida, eso no evitaba que sintiera su ausencia, pese a lo cual, no dijo nada; sólo había esbozado una sonrisa de confianza que tranquilizó a la joven.
Ahora, Carmen sólo tenía que recomponerse, hacerse a la idea de la futura ausencia de su hija y seguir su propio tren…

LA INTRUSA de Polonia Baute Benítez




Recuerdo un matrimonio que era muy feliz.  No se separaban nunca, siempre los veía juntos.  Se cuidaban mutuamente y a veces, cuando él regresaba de su trabajo, le traía una rosa de regalo.  Cuando los amigos lo invitaban a algún sitio, él siempre respondía que sólo iría si su esposa podía acompañarle.  Las mujeres de sus compañeros le tenían envidia y siempre le comentaban la suerte que tenía ella por tener un marido que la llevaba a todas partes y lo felices que se veían siempre juntos.  Ella les contaba que cuando lo invitaban, ella siempre le decía:
-Ve tú que yo me quedo aquí tranquila- pero, su marido siempre le respondía:
-Si tú no vas, yo tampoco.
El caso es que aquella felicidad se les truncó un día.  Él enfermó y ella lo cuidó con cariño y sosiego hasta que llegó la hora final, cuando vino la intrusa y se lo llevó.

ENIGMA de Mary Rancel





Entro en el tren y me acomodo en uno de los asientos laterales.  Hay poca gente en el vagón.  Saco el libro de relatos que acaba de regalarme mi hermana mientras esperábamos en el andén, antes de despedirnos.  Después de admirar sus hermosas ilustraciones, comienzo la lectura:
Vió como entraba en el vagón un extraño hombre con gabardina y sombrero negros…”; en ese instante, una sombra hace que mire por encima de mis gafas.  Veo a un hombre como el que detalla el relato y aunque me choca mucho, pienso que es sólo una casualidad.  Compruebo la ilustración y… ¡no puede ser!: no es únicamente la ropa, es su fisonomía, su cuerpo, todo…; es la viva reproducción de su imagen.  Esto me inquieta profundamente.  El hombre me mira y yo desvío la mirada hacia el libro para proseguir la lectura:
“…lleva un maletín de cuero marrón y zapatos del mismo color…”.  Es manifiesto que los lleva idénticos, ¿qué está pasando?.  Ahora estoy ¡frenética!, esto no puede ser verdad.  El individuo se despoja de la gabardina y toma asiento frente a mí, mostrando un elegante traje gris oscuro con raya diplomática y, tal vez a causa de su indumentaria, de pronto deja de ser un extraño ante mis ojos; muy al contrario, comienzo a verlo como una persona distinguida y elegante.  Con ademanes pausados y correctos, pone sobre sus piernas la gabardina, y el maletín encima de ésta.  Empiezo a sentir curiosidad.  He dejado de leer pero, presurosa vuelvo al relato, aunque apenas sondeo por encima para advertir que ¡todo! lo que ha hecho este individuo es repetición exacta de los movimientos del personaje que vive entre las páginas del libro.
El tren se detiene en la parada.  Veo como sube una chica que llama la atención por su atuendo y singular belleza.  Toma asiento al lado de mi enigma y se ponen a charlar animadamente.  Es obvio que se conocen.  Él abre el maletín y saca una flor roja que la recién llegada recibe con sumo agrado.  Inquieta, repaso la lectura y…¡concuerda lo que leo con los hechos que estoy presenciando!.  En ese momento,  el tren se detiene y llego a mi destino.  Bajo con desgana.  Me gustaría terminar el relato con hechos reales y no con los escritos.  Me conformo, ya  me enteraré del final cuando termine el libro.  ¡Anda!, esto sí es casualidad; también se han bajado los protagonistas de mi historia.  Él se acerca a mí y, cortésmente me entrega una flor igual a la que le dio a la muchacha en el vagón.  Ella me da un pequeño frasco con mi perfume favorito. ¡No sé como reaccionar! ¡Todo me resulta tan alucinante!.  Ante mi estupor, veo como se aproximan a la escena mi hermana y mis amigas que, desternilladas de la risa,  me cuentan que fueron ellas quienes tramaron esta representación para felicitarme por ni onomástica.  Extraña felicitación aunque, de lo más intrigante y original.


LA INTRUSA de Luisa Delgado Bello




La primera vez que mi novio fue a mi pueblo a verme, cogió la guagua desde el Norte a Granadilla, que era como se hacía la ruta en aquellos años, exactamente 1962.  Una vez en Granadilla, tuvo que tomar un taxi para llegar a San Miguel, donde nunca había estado.  Con la dirección en la mano, llegó a casa de mi hermana la mayor y desde allí me llamó al teléfono  de una vecina, ya que en casa no teníamos.  Yo marché enseguida a casa de mi hermana y cuando llegué, allí estaba él, agotado del viaje tan accidentado.  Esa noche lo acompañamos a la fonda de Flora, donde iba a dormir.  En aquella época ni se te ocurría que tu novio se quedara en casa; ni por asomo tus padres te lo iban a permitir.
Al día siguiente, ya más calmado después de tanto lío,  mi novio me comentó que hasta que no se comprará un coche, no volvería a visitarme.
A los quince días, estando yo en misa, llegó una amiga, que no lo era tanto, toda alborotada:
-Luisa, ya llegó Rubén con un coche precioso, está en la plaza.
Esa amiga era la persona más entrometida del mundo y no me quitó el novio porque no pudo, aunque lo intentó.  Siempre estaba pendiente de su llegada, para ponerse a nuestro lado a ver si podía pescar pero, se fue con el rabo entre las piernas.  Mi novio y yo estábamos muy enamorados el uno del otro.
Un día le planté la mosca a aquella intrusa y nunca más se acercó a nosotros; ¡pobrecita!, ¡qué pena me dio!.

lunes, 28 de mayo de 2012

LO MÁS GRANDE de Mary Rancel






Es el tesoro más grande que el mundo pudo crear,
una rutilante estrella que nos guía al caminar.
Eres amplio mas océano con extensión sideral,
con playas de arena fina que invitan a meditar.
Tu energía desmedida, es la fuerza que nos das,
una estela de alegría, de gozo y de voluntad.
Eres un jardín hermoso que podemos cultivar.
Eres la flor perfumada del aroma del rosal,
tienes calidez extrema y simpatía vital.
Esperanza y vida lleva tu sonrisa angelical.
Nos llenas con tu ternura, de regocijo y de paz.
Tú nos muestras tus sentires y nos das felicidad.

Eres nuestro nieto amado, adorado y consentido.
Somos abuelos dichosos, prendados por tu cariño.






ENCUENTRO de Candelaria Díaz





Hace unos poquitos años, me encontré con una persona que, a primera vista, me pareció muy subida pero, me equivoqué.  Todo lo contrario, pues desde que me comentó muy abiertamente; no soy escrupulosa, como de todo.  Eso me pareció sencillez pura y a partir de ese momento, cambió mi concepción sobre ella.
Ahora tenemos una gran complicidad.  Hay una gran empatía entre nosotras.  Creo yo que, a pesar de nuestras diferencias, somos capaces de entendernos y podemos hablar de cualquier cosa, sin cortapisas.
Lo malo de estas relaciones es que sus problemas los hago míos.  Pese a todo le doy gracias a Dios por haber encontrado a un ser humano tan bueno.

LA NO BODA de Dolores Fernández Cano




Soy Nuria y me encuentro en la iglesia de mi pueblo pues mi mejor amiga va a casarse.  La novia va muy elegante del brazo de su padre, que se encuentra muy emocionado.  Llevamos bastante tiempo esperando y el novio aún no se ha presentado.  ¿Qué pasará?.  Don Ruperto, el cura, se está impacientando, la madre de la novia está llorando y creo que la madrina se anda preguntando para qué se ha vestido, con el trabajo que ha debido costarle colocarse la pamela.  Sol, la amiga del novio, me comenta que tal vez estará en medio de un atasco pero, yo ya me lo temía pues nunca me gustó, siempre pensé que no era de fiar este hombre.  Este es muy alocado, le he dicho siempre a mi amiga.  Me aparece que no hay boda.  ¿Qué pasará con el banquete?

EL LIBRO de Dolores Fernández Cano





Me voy a presentar.  Soy un buen libro.  Dentro de mí vive una bonita historia.  He sido bautizado con el título: “El deseo”.  Estoy a la espera de que alguien me compre.  Reconozco que resulto un poco caro, que corren malos tiempos pero, no desespero; siempre aparecerá un buen bolsillo que me transportará a su hogar.
En la pasada Feria del libro, mi vendedor me sacó a la calle.  Me gustó la experiencia aunque no fui adquirido por nadie.  Al menos respiré aire fresco y tomé un poco de sol, que me hacía mucha falta.
Vuelvo a estar en la librería con los demás compañeros.  Observo que entra un caballero.  Se dirige a mi librero.  Oigo que me está recomendando.  El nuevo cliente me coge en sus manos, me hojea.  Por fin, se ha decidió a llevarme con él.  Pide que me envuelvan en papel regalo pero antes, escribe una dedicatoria:
A mi adorada esposa que amaré toda la vida
Preciosa frase.  Seré el amante consentido.
Finalmente, me ha entregado a su amada.  Me agrada; es una gran dama.  Sintonizamos.  Con gran delicadeza, pasa mis páginas, leyéndome con mucho interés.  También estoy a gusto en el lugar destinado para mi en su biblioteca.  Lo diviso todo, destaco entre los demás libros.  Creo que en esta casa voy a disfrutar de una apacible vejez.

AQUEL DÍA EL MUNDO AMANECIÓ AL REVÉS de Amalia Jorge Frías



Aquel día el mundo amaneció al revés.  Puse la tele y había un programa sobre la crisis.  Luego, encendí la radio en el preciso momento en que daban la noticia de un terremoto en un país lejano.  Empecé a leer la prensa que el repartidor había metido por debajo de la puerta y lo primero que vi fue un reportaje sobre prostitución; seguí leyendo y... ¡cuánto dinero robado por las personas en quienes nosotros habíamos confiado para nos gobernaran!.  No quise saber más.  Me arreglé un poco y me fui a la calle.  Seguía sin llover. Esto es la ruina para el país, pensé pero, no obstante, hacía frío.  Yo sentía mucho frío.  En una esquina, un mendigo me pidió limosna. ¡Dios mío, cuánta gente rara y extraña! ¡qué distinto está todo!.  No veía a nadie conocido.  Cansada de caminar, me senté en un banco y empecé a reflexionar: ¿cómo tantas cosas adversas han pasado desapercibidas otros días y hoy las veo todas?.  ¡Claro!.  En unos segundos se hizo la luz en mí.  Es que yo soy parte del mundo y ese día, el mundo en el que había cimentado mi vida, también había amanecido al revés.