TRABAJO SUCIO de
Maikel Lima Zamora
El teléfono me despertó a las seis de
la mañana. Era el jefe. Días atrás me había llamado a su oficina para encargarme, personalmente,
una tarea bastante comprometida. Cada
vez que surge algún trabajo complicado, me lo asignan a mí, simplemente porque
saben que soy el mejor, modestamente.
Hace quince
años que hago el trabajo sucio para el gobierno; lo he hecho bajo distintas
administraciones. Cuando algún político
quiere deshacerse de algo sin ensuciarse las manos, entro en acción. Casi he perdido la cuenta de las limpiezas
que llevé a cabo para gente importante; siempre, con total precisión y
discreción. De todos modos, el trabajo
de hoy se sale un poco de la rutina.
Viene bien, para variar. Parece
que un senador convocó a ciertos empresarios a su despacho, para tratar un
asunto bastante delicado. El jefe me
encomendó la limpieza, sin muchas explicaciones. Mejor así, prefiero no saber de qué se trata
para no decir nada si alguien me presiona.
Es una tarea bastante ardua, ya que el edificio se encuentra repleto de
diplomáticos extranjeros. Tal vez,
alguno de ellos ha sido citado por el senador.
Debo pasar desapercibido: es importante que nadie note mi
presencia. Sobre el final de la reunión,
los encargados de seguridad ignorarán la vigilancia del despacho durante veinte
minutos. Cuento con ese tiempo para
deslizarme dentro de la habitación, hacer mi trabajo y salir sin dejar rastro. Tras retirarme, no quedará ningún vestigio de
mi presencia, de la reunión, ni de quienes participaron en ella. Un trabajo rápido, efectivo y limpio. El edificio estará de bote en bote, por eso
tengo que hacerlo solo; un grupo llamaría demasiado la atención. Además, prefiero trabajar sin compañía,
controlo mejor la situación. Faltan
cuatro minutos para la hora fijada. Los
pasillos hierven de diplomáticos de los más diversos puntos del planeta pero,
por suerte, nadie parece reparar en mi persona.
Tal cual lo planeado, los agentes de seguridad no custodian el
lugar. Es hora de entrar y hacer mi
trabajo. Debo ser precavido desde el
primer momento y no pasar por alto ningún detalle, por más insignificante que
parezca. Limpiar meticulosamente las
huellas digitales del pomo de la puerta, del teléfono y del cristal del
escritorio. Sé que a muchos les
desagrada mi trabajo, pero alguien tiene que hacerlo. Cuando era novato, sentía un poco de asco
pero, he visto cosas tan sorprendentes que ya soy prácticamente inmune. Por eso soy uno de los mejores, por eso los
de arriba confían en mí.
Acabo de terminar el asuntito del
senador. Nadie sospechó nada. Tres horas después, el presidente recibía al
embajador de Alemania en la misma sala, como si tal cosa. Otra vez salvé la imagen de nuestra
nación. Como era de prever, la operación
resultó un éxito. Sin embargo, por
momentos pensé que no lo lograría, ya que tuve algunas dificultades con mis
herramientas de trabajo. Eso consta en
mi informe. Además se lo dije claramente
al jefe. O los muchachos del
departamento técnico me arreglan el cable de la aspiradora o la limpieza la
hace otro. También le pedí otro frasco
de Don Limpio, que no me queda.
Conocedor de que el comienzo y el final de un relato tienen una importancia vital, Maikel Lima nos lleva directo al grano, desde el principio. Engancha al lector con un lenguaje asequible, sencillo y, precisamente por eso, muy certero. Nos conduce a través de una atmósfera de intriga; eso mantiene el interés del lector que, engañado hábilmente por el autor, viaja atraído por el ritmo del relato, hacia un desenlace inesperado, felizmente alejado de lo previsible. Saber combinar convenientemente todos estos detalles lo han hecho absoluto ganador de esta convocatoria. Enhorabuena, Maikel. Desde aquí te mandamos un abrazo que, esperamos, te llegue cuanto antes a Zimbagüe.
ResponderEliminarMuy bien merecido el premio.Es un trabajo magnifico; me ha encantado la narración.Por la soltura y precisión de la historia, se nota, que el autor es una persona que lee mucho. Enhorabuena
ResponderEliminarDesde el primer momento me atrapó este relato a través de la voz del protagonista y mi imaginación saltaba de un posible escenario a otro intentando descubrir lo que estaba sucediendo y fantaseaba con los posibles finales. Espionaje, asesinato y mil cosas más pasaron por mi cabeza pero finalmente llega el mejor de los finales y el menos peligroso. Un final tan inesperado que me hace descubrir lo que puede volar la imaginación. Me ha hecho sonreir y volver a recomponer el escenario quedándome con un buen sabor de boca.
ResponderEliminarMe acaba de llegar un correo de una amiga diciendome que podía encontrar el cuento si lo buscaba en google. El original quedó en casa, en un disco duro que tengo para guardar estas cositas que se me ocurren de San Juan a Corpus y que me sirven de entretenimiento.
ResponderEliminarMuchas gracias por el reconocimiento, fué una muy buena noticia recibida en un mal momento, que ayudó a capear un poco el temporal. Me alegra mucho que les haya gustado. Me costó bastante ceñirme al tamaño que pedían, en realidad tenía preparado otro, un poquito más largo y más serio para el concurso y cuando leí las bases, me di cuenta que no podría presentarlo y tocaba improvisar. Y ya ves, a veces, sin pensarlo mucho, sin planes, surgen las ideas que no vienen cuando nos empeñamos en encontrarlas.