Era de noche cuando llegué.
Había tal silencio en aquel paraje que invitaba al reposo. Me recosté en el suave césped y me invadió un
sopor. De repente, me despertó el sonido
de la lechuza. En ese momento, miré al
cielo; era una maravilla: la luna que lo
alumbraba todo y las estrellas tan brillantes.
Intenté contarlas; fue imposible.
Imposible contarlas, como imposible llevar al papel las maravillas de la naturaleza. No hay palabras suficientes, ¿verdad, amiga Nati?
ResponderEliminarBreve pero intenso; me ha encantado.
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