Por las
tardes, después de su jornada laboral, Sara acude a sentarse en el banco de
siempre; uno que se encuentra en el parque que hay frente a su casa. Sola y tranquila, medita sobre la decisión
que tiene que tomar.
Su jefe le
ha ofrecido un nuevo destino en Estrasburgo, en la sede del Consejo de
Europa. Aunque la oferta es muy buena y
está muy bien remunerada, siente un poco
de miedo. Sara nunca ha salido al
extranjero. Está muy apegada a su ciudad
y a sus seres queridos. También piensa
en su amor, Carlos. Él está en
Afganistán, en misión de paz y no podría marcharse sin conocer su opinión y sin
despedirse.
Su padre le
aconseja diciéndole que en la vida, las cosas no se consiguen sin esfuerzos y
sacrificios.
-Con
respecto a Carlos –le insiste- le puedes mandar un correo electrónico y él,
como te quiere, lo comprenderá.
Como de
costumbre, esta tarde, sentada de nuevo en el banco, respirando el aire fresco
y estimulada por el olor de las flores, llama por el móvil; primero, a su padre
y luego, a su jefe. Les comunica que,
por fin, ha decidido aceptar la oferta; ya está convencida.
Definitivamente,
había decidido no mirar hacia atrás. No
seguiría esperando.
Este relato nos habla de esas encrucijadas ante las que, a veces, la vida te coloca. La decisión que se tome ante ellas, cambiará sin duda nuestra vida. Por eso es que, como Sara, uno debe reflexionar profundamente.
ResponderEliminarComo te he dicho muchas veces, me gusta releer tus relatos. siempre interesantes, de los que se pueden sacar conclusiones.
ResponderEliminar