Era una
familia con varios hijos. El padre tenía
una meta en la vida: tener muchos terrenos que, según él, luego serían para sus
hijos. Con esta idea, no permitía
dispendios de ningún tipo en su casa.
Sus hijos empezaron a trabajar desde pequeños en las fincas que él iba
atesorando.
Su mujer era
muy generosa y no sabía cómo hacerle comprender lo equivocada que era su actitud.
Una mañana
en la que él regresaba del campo, trajo una cantidad considerable de manzanas
que colocó en una caja, ordenando a su familia que no tocara la fruta.
Todos los
días, miraba por si faltaba alguna. A la
semana, el nivel de la caja fue disminuyendo. Él, muy enfadado, exclamó:
-¡Alguien
está robando las manzanas!
Su mujer,
que le escuchó, acudió al lugar y sin poder contenerse, le dijo:
-¡La
avaricia rompe el saco! Mueve la caja y verás lo que ha sucedido.
Al tratar de
cambiarlas de lugar, descubrió la razón de que la cantidad hubiera menguado: ¡Las manzanas estaban podridas!
Gráfica y efectiva tu manera de dibujar este pecado capital de la avaricia, Candelaria. Muy bien
ResponderEliminarINTERESANTE Y ORIGINAL FORMA DE CONTAR EL PECADO QUE, POR CIERTO, ES MUY FRECUENTE. ME ENTUSIASMA LEER TUS RELATOS, ENGANCHAN Y DEJAN GANAS DE MÁS. ESTE ES MAGNÍFICO.
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