He de empezar diciendo que lo que voy a narrar se me ocurrió
en una tarde calurosa y aburrida del mes de agosto.
Sucedió un domingo
cualquiera en un piso cualquiera, donde se escuchaba de fondo la canción
interpretada por Joan Manuel Serrat, “Hoy puede ser un gran día”. Yurena, al mismo tiempo que oye esta melodía,
se acicala con esmero frente al coqueto espejo del cuarto de baño. Mientras todos descansan por ser festivo,
ella, algo nerviosa, se prepara para acudir a su primer trabajo. Sí, a pesar de ser domingo, la han llamado
para empezar la jornada laboral, pues siendo como es, una activa políglota,
superó las pruebas con acierto; ya que habla correctamente, además de su lengua
materna, el inglés, francés y algo de italiano.
Sin lugar a dudas, triunfará en la cafetería de postín donde ha sido
contratada.
Puesta a punto, Yurena sale a la calle,
respira hondo, sube a su coche para dirigirse al curro y, justo cuando pone el
motor en marcha, exclama para sí con agrado:
–Desde luego, ¡hoy a a ser un gran día!
No se me escapa el tono de ironía subyacente en lo que nos relatas: ¡qué mal deben estar las cosas para que una políglota que domina cuatro idiomas, esté tan feliz con su curro en una cafetería un domingo por la mañana!, eso, o que Yurena es una optimista superlativa. Hay que ver lo que dan de sí algunas tardes calurosas de agosto, Dolores.
ResponderEliminarPor desgracia, en los tiempos que corren,por muy preparado que se esté, suelen ofrecer un trabajo de pena,, lo aceptas,o hay que marchar al extranjero a probar suerte.
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