Ella
miró el reloj, se retrasaba, le había dicho que fuera puntual y ni caso. No podía esperar más, cuando llegara se iba a
enterar, le echaría una bronca que no olvidaría. Seguro que la próxima vez se lo pensaría
antes de atrasarse. Ella era consciente
de que había que darle un poco de libertad para que conociera cómo es la vida y
se acostumbrara a los problemas de la calle, pero era tan fácil que cayera ante
cosas tan llamativas…Los ojos y los pasos seguirían detrás de esas tentaciones…
Le dijo que no tardara y
él era muy inteligente, seguro que lo había entendido, pero como era tan
extrovertido, habría hecho nuevas amistades.
Era la primera vez que incumplía el horario de llegada…¿y si se había
perdido y no recordaba el camino de vuelta?.
Se tranquilizó; de todas formas llevaba el collar con su nombre y el
domicilio. Alguien lo encontraría y se
lo traería. ¡Era la única compañía que tenía!
Su perro era casi humano y lo adoraba.
Muy bien, Nati, ¡jugando a despistar al lector!. Me encanta que uses técnicas narrativas aprendidas en el taller.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con ISABEL, parece que te refieres a una persona y resulta que es el perrito, que también tiene
ResponderEliminarsus sentimientos. Felicidades. MªDolores.