Las Navidades de
antes no eran como las de ahora, pues no había de nada y sin embargo, teníamos
de todo. Cenábamos lo mejor que podíamos,
que para eso nuestras madres se volvían locas, buscando aquí y allí para poner
lo mejor en la cena. Después nos íbamos
a la Misa del Gallo y disfrutábamos de
Lo Divino, cantando villancicos. Éramos felices.
Sencillamente felices, Elda, ¡¡¡lográbamos serlo con tan poco!!! Qué lástima que hayamos perdido esa capacidad de lograrlo con casi nada. ¡Mis mejores deseos para ti en este Año Nuevo que empieza!
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