Hace unos cuarenta y tres años, ocurrió en Santa Cruz un caso muy sorprendente. Una señora acababa de tener su tercer hijo y al llegar su marido del trabajo la vio tan cansada que decidió llevar al parque a los dos hijos mayores para que pudiera descansar. Ella se quedó contenta y feliz con su recién nacido, con la idea de aprovechar ese tiempo de descanso.
Transcurridas unas dos horas, sonó el timbre de la puerta. Cuando abrió se encontró con su hijo mayor, pero solo. Ella, asustada, le preguntó donde estaba su papá. El niño le contó muy tranquilo que había mirado a todos sitios y que no vió a ningún papá calvo así que se puso a caminar hasta la casa. La madre no sabía qué hacer; no contaba con la facilidad que dan hoy en día los móviles para avisar a su marido. ¿Cómo le decía que el niño estaba en casa?. Desesperada, miraba por la ventana para ver si lo veía llegar y así, transcurrido un buen rato, apareció con el otro hijo en brazos, asustado y chorreando sudor, con los cuatro pelos de la cabeza pegados a la frente, ¡pobre hombre!.
Todo acabó felizmente, gracias a Dios. El niño, con apenas tres años y medio, recorrió, solo, la distancia que hay desde el Parque García Sanabria hasta el Estadio Rodríguez López. Cuando el padre regresó algo más tarde al Parque para avisar a la policía de que no siguieran buscándolo, ésta le felicitó por lo listo que era su hijo.
Me encantó este relato que, aunque imagino supuso un gran susto en su momento, gracias a la literatura se ha convertido en una historia simpática y divertida, que despierta ternura y sonrisas. Muy bien. Cuéntame más historias de estas; me encantan.
ResponderEliminarTIENES UNA GRAN CAPACIDAD PARA LOS RELATOS, ADEMÁS LOS CUENTAS DE UNA FORMA MUY AMENA QUE ENGANCHA. FELICIDAD COMPI
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