Era un pueblo pequeño y tranquilo, situado en la Sierra, en un día de julio luminoso y soleado. El Ayuntamiento había decidido alquilar la gran Casona, después de su restauración y aquello fue motivo de preocupación para los habitantes del lugar pues todo resultaba muy misterioso, ya que no conocían a los inquilinos. Al alba, se sentía gran movimiento; llegaban grandes automóviles, luego se marchaban y no volvían hasta bien entrada la noche.
Las mujeres decían que los habitantes de la Casona eran unos mafiosos. Los hombres contestaban que el inquilino era un magnate del petróleo y las finanzas. Los niños revoloteaban alrededor del jardín intentando descubrir el misterio.
A los padres de Sara no les gustaba el ambiente que se había creado para su pequeña y adorada hija. Estuvieron cavilando en qué podían hacer para alejarla de todo aquello hasta que, por fin, decidieron enviarla interna a un colegio en Suiza; una gran Casona en medio de un bosque.
POBRES PADRES PERO,TU LO HAS RESUELTO DE MARAVILLA,ENVIANDO A SARA NADA MENOS QUE A SUIZA. TIENE UNA IMAGINACION PRODIGIOSA
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