El niño
estaba jugando en el jardín, cuando de pronto entró un hombre con aspecto desagradable. Cogió en volandas al pequeño, lo metió en un
coche y salió a toda la velocidad que le permitió su viejo
motor.
El
chiquillo lloraba y pataleaba, mientras el hombre lo amenazaba, gritándole que
si no se callaba, le…
Salió de
la carretera principal y se metió por otro camino que se internaba en un
bosque, al final del cual, en medio de un claro, había una cabaña pequeña y
destartalada, donde introdujo al niño.
Cuando
entró, vio a un perro grande, sucio y flaco que estaba asustado. Cuando empezó a ladrar, el repulsivo hombre
lo amenazó con un palo.
-¡Callate!
¡Cállate, y cuida de este mocoso o te muelo a palos! –vociferó el hombre, al
tiempo que el perro se escondía debajo de una mesa, tan asustado como el niño,
que no paraba de llorar.
Salió,
dando un portazo. El niño se acercó al
perro y le acarició. El canino,
agradecido, le lamió la cara.
Al cabo de
unas horas, se abrió la puerta y apareció la policía. Los encontró acurrucados, uno junto al otro.
Gracias al
chucho, los dos se liberaron de su carcelero.
Los dos habían sido raptados por el mismo animal.
Una vez más, nos regalas un relato de inspiración policíaca; un género que se te da muy bien.
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