Estas
Navidades mías han sido tranquilas. Un
día comiendo con un hijo y el otro, con el mismo. El resto, a través del teléfono. ¿Y el Año
Nuevo?. Pues invitada a comer fuera.
¡Al fin,
llegó la apoteosis del día de Reyes!.
Aquí en mi cada es costumbre intercambiar regalos, hasta el amigo invisible
está presente. ¡Vienen hijos, nietos,
nietas…(que ahora hay que decirlo así, cada quien con su género)!. Después, más
tarde, las novias, los novios, los sobrinos…
Cuando llegó uno de ellos, Jaime, ya bien entrada la noche, estaba yo
bien contenta –muy a gustito –no pude más que alegrarme al verle. ¡Guapo,
guapo! –le decía. Y es que lo es. De la edad de mi hijo el mayor, se parece a
Montgomery Clift. ¡Es guapo con
ganas!. La fiesta duró hasta la una de
la madrugada, en mi casa, después continuamos en la de mi hijo Nacho –vecino de
la mía- con el que cené las dos noches de Navidad. El mayor me puso la guitarra en el traste que
yo necesito y canté algo. ¡Dios quiera que el año próximo las Navidades sean
iguales que estas!
Alegres, divertidas, entrañables Navidades las tuyas, Teresa. Con que desparpajo las cuentas, con el estilo que te es característico. Y esa noche de Reyes ¡fue una verdadera fiesta! ¡Viva tu alegría! A ver cuando nos presentas a ese Montgomery Clift, sólo para alegrar la vista. Es broma. Un abrazo
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