Me llamo Paula y estoy
gorda, arrugada y con canas. Estoy blanca como un copito de nieve y como soy
una coqueta, me tiño para disimular los años que ya son viejos, como la que
está escribiendo.
Soy una pesada cuando
se me pierde algo, busco hasta que lo consigo y me gusta comer más salado que
dulce. Antes, siempre estaba riendo, me reía de los demás, y mi madre decía que
de las tres yo era las más calladita, jaja y ja,...lo hacía para que no me
riñera. Y me reía de los demás y les hacía rabiar a todos, y mi hermana mayor
me defendía.
Me gustaba que mi
padre me peinara porque no me tiraba del pelo. Como siempre, se me olvida algún
detalle con el paso del tiempo. También, cuando mi madre me mandaba a la
ventita a comprar, trataba de que me quedara alguna peseta para comprar
chocolate, más alguna peseta que yo me guardaba y compraba una tableta para
repartir. Cuando llegaba, repartía pero a mí me tocaba la menor parte. Voy a
contar algo que no creerán. No había sujetadores pequeños en Icod y me los hacía
la costurera. Un día, me hizo
una copa más pequeña que la otra; ¡yo me reía al ver como aquel sujetador me
dejaba el pecho aplastado!, aunque siempre fui robusta de los melones, le diré.
Me han gustado mucho
los zapatos, así que antes los rompía adrede porque me duraban mucho y me
cansaba de ellos, ¡me olvidaba por una vez de ser tan cuidadosa!
Este ejercicio de reírse de sí mismo ha resultado ser generador de muchas y divertidas anécdotas. Muy buen trabajo, Paula.
ResponderEliminarEn este relato te ha soltado, es muy bueno, sigue así, pues tú vales mucho. Mª Dolores.
ResponderEliminar¡Muy bien querida Paula!, el humor está presente en tu escrito y, has narrado de una forma fantastica tu presentación.
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