En cierta montaña en la que habitaban varios vecinos, había un ser mitológico al que no veían. Era mágico y tenía un nombre muy bonito: Hamper.
Por las noches visitaba a los niños que vivían por allí e iba vestido de tal forma que los pequeños no se enteraban porque Hamper usaba sus dotes de duende para ser invisible. Les dejaba regalitos, en los alrededores de sus casas: a unos un libro, a otros un juguete; él tenía la habilidad de adivinar qué deseaba cada quién.
Cuando amanecía, el duende Hamper, se ocultaba en su calcetín. Así era su vida. Allí estaba durmiendo hasta el oscurecer para, entonces, volver a hacer su recorrido. Salía del calcetín y volvía a llevar regalitos a los niños –cosa que le encantaba– y cuando se acercaba el amanecer regresaba para descansar del paseo, metido en el calcetín.
Bonito cuento infantil. Buen uso de la imaginación
ResponderEliminarLucía eres ideal, tanto leyendo como escribiendo. Me encanta tu voz y tu forma de expresarte y lo que nos cuentas cada semana.
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