miércoles, 21 de marzo de 2012

EL DUENDE DE LOS CALCETINES de Candelaria Díaz

                         


Soy el duende de los calcetines.  Aunque  me crearon para abrigar los pies, casi siempre termino con ventanas redonditas pero bueno, hoy estoy aquí para contarles una historia; hoy toca una de calcetines.
Allá en Santa Clara, Cuba, están todos los vecinos en el duelo de la negra Tomasa.  En medio de sus caras apenadas, alguien les invita a un café; estaba delicioso, bueno de verdad.
Dos días después del óbito, estos mismos vecinos fueron a la misa de alma, donde se habló de los tópicos de siempre: ¡qué buena era! ¡qué sufrida! ¡cuánto le aguantó a su marido Celso!..., él era muy bueno pero ¡qué sucito!, no se bañaba sino por Navidad, mientras que ella era limpia como la plata.  También se comentó lo rico que había estado el café repartido en el duelo, y mientras se alababa su aroma y su sabor, una vecina miró a la otra y se rieron sin reparo.  Al preguntarles la razón de tanta risa, contaron la verdad: … al ir a hacer el café, buscaron y buscaron la cafetera y no la encontraron por lo que, colaron el café en un calcetín tieso que encontraron por allí…  Al adivinar que debió ser uno de Celso a casi todos los vecinos le dieron arcadas; ¡qué asco!.
¡No dirán que este cuento y este duende no somos fantásticos! ¿Verdad?
           

2 comentarios:

  1. ¡Qué juego da este duende de los calcetines! y las anécdotas ambientadas en Cuba también. Ojalá salgan a la luz del papel, y escritas por ti, muchas más. Las estaré esperando.

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  2. Caya: eres genial, cuentas como nadie anécdotas, historias y fantasías. Abrazos

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