A resultas de los criterios del déficit y a los reajustes de la empresa, a mi esposo
lo pusieron de patitas en la calle, sin tener en cuenta su situación
familiar. Cobró el subsidio de desempleo
durante un tiempo, luego una ayuda, que concluyó hace ocho meses y, ¿ahora
qué?. Yo soy optimista por naturaleza y
no me rindo fácilmente pero…, veo a mi marido que, desesperado, se empeña en
encontrar trabajo cada día y no lo consigue.
Hoy llegó a casa –al igual que otros muchos días – muy abatido y con las
manos desocupadas. Nuestros hijos –cuatro
nada menos en dos partos –comen como limas. ¡Siempre tienen apetito!. Están vivos gracias al arroz, la pasta y las
lentejas; cosas que cunden mucho y cuestan poco. Hay ocasiones en las que protestan y en esos
momentos suelo decirles siempre lo mismo.
-Tenéis que comer, hijos míos, son alimentos muy
sanos. ¡Ya notaréis como crecéis fuertes
y hermosos! –aunque esto no se lo creen ni ellos, que son unos críos de ocho y
seis años.
Deseo tanto infundir ánimos a mi esposo que,
invariablemente, le digo:
-De hoy no
pasa, volverás a casa con un contrato de trabajo estupendo, ¡tú vales mucho! –y
él siempre responde dubitativo.
-Espero que este sea mi día de suerte –y se encoge
de hombros.
Esta noche es otra más en la que nos vamos a dormir
sin cenar. Le he dicho a los niños
-No es bueno comer por la noche después del almuerzo
copioso que hemos disfrutado.
Ellos, como de costumbre, me miran, sonríen
tristemente, nos dan un beso de buenas noches y, sin replicar, se van a la
cama. Mi conciencia no queda tranquila
pero, … no hay alternativa.
Pronto llegaran tiempos mejores; veo brotes verdes –pienso
antes de quedar dormida.
Tal cual; instantánea perfecta de una triste realidad para muchas familias en nuestro país. ¿Brotes verdes? Confiemos en ello.
ResponderEliminarBrotes invisibles para los ciudadanos de a pie, es lo que vemos de momento. Espero que la situación cambie y se hagan realidad las perspectivas del gobierno para el año 2013.
ResponderEliminar