Papá ha llegado a casa con cara triste. Seguro que hoy, tampoco ha conseguido trabajo
y ha tenido que regresar con los bolsillos vacíos.
Para mamá será otro día en el que no podrá ir
a comprar comida; para nosotros –aunque hayamos
sido buenos – éste va a ser otro día en
el que también nos iremos a la cama sin cenar.
Este microrrelato tuyo es un buen ejemplo de que, a veces, en poquísimas palabras, puede estar encerrado todo un universo de sensaciones. Sin que lo cuentes, uno como lector, puede suponer los entresijos de esta historia y conmoverse con ella.
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