Estoy llegando a mi casa, triste, abatido y
preocupado. Me queda que pasar un mal
trago. ¿Cómo decirle, un día más, a mi familia, que no conseguí trabajo?. Al entrar, me cruzo con la mirada de mi
mujer. Ella comprende rápidamente y
enseguida manda a los niños a la cama.
Mis hijos me miran con ojitos de asombro y ante eso, yo reacciono de
inmediato.
-Haz una sopa con las hierbas que hay debajo de la
ventana, que hace frío. Mientras tanto,
yo les cuento un cuento a los niños.
Y ellos, con su inocencia infantil y conformista, se
van contentos, poco después, a la cama, mientras mi mujer y yo nos quedamos a
esperar que nos deparará el mañana.
De forma breve y hábil, dibujas muy bien la atmósfera en la que vive cualquier desempleado de larga duración con hijos a su cargo, en este país. Conmovedor.
ResponderEliminares triste la siyuacion, pero muy real para el olvidado por la politica que los que la dirigen tiende a tener razon sin ninguna compacion del ciudadano a pie, que mundo tal falso que nos dan para que por un voto nos quiten de comer. Es lo que nos toca y el relato es muy claro
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