Alfi, así se llama mi amor, es muy especial, con sus andares
chulescos; cuando camina mueve sus caderas de una forma muy particular. Tiene
alma de trovador y poeta, levanta pasiones allá donde va.
Ese rubio peligroso de ojos almendrados, pestañas súper largas,
que cuando las mueve parecen abanicos perlados de azúcar, tiene un lápiz
mágico, dibuja como nadie, si tiene un lienzo en blanco, él pintará clones
iguales a él. Cuando te mira de frente te da un vuelco el corazón, te entra un
cosquilleo por los pies que te sube al estómago en forma de mariposas.
Además te colma de besos, abrazos y con su voz especial, te
dice te quiero. Si lloras, llora contigo si te quejas de dolor, también lo
siente contigo, eso es amor de verdad: ¡lo quiero conmigo toda la vida!.
Además de bien parecido, es listo, educado, gracioso,
galante, suave, amoroso…vivir con él es estar en el paraíso. Cuando en una
ocasión me fui a un hotel muy especial, hablábamos por teléfono, porque por su
estatura y condición, no lo dejaban entrar en el pabellón.
No hay nada que se pueda comparar con mi querido campeón. Él
siempre está de pie dispuesto a dar la mano a todo el que llega, lo saluda con
amor. Pero como nada es perfecto en este mundo, a pesar de lo bueno y limpio, la sociedad no entiende que él puede estar en
cualquier lugar, con más méritos que muchos que presumen de ser mejor que él.
En otros países es posible, ¿por qué aquí no?. Aquí los , abandonan, ¡que falta
de humanidad!.
Dulce y emotiva semblanza del mejor amigo del hombre…¡y de la mujer!. Muy buena defensa de algo que no debería tener necesidad de ser defendido, ¿verdad?
ResponderEliminarNo hay nada como el cariño de la mascota. Te relato me ha parecido fantástico.
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