Es
horrendo despertar en la madrugada en medio de esos gritos más parecidos a
alaridos de dolor intenso. No sé cómo
llegué al balcón. Vi a una chica que
corría como loca. Bajé a la plaza para
averiguar qué le pasaba. ¡Dios, qué horror!
Está quemada con ácido. Un hombre
se aproximaba a nosotras con los ojos encendidos, echando espuma por la boca.
¡Por celos, por celos…!, repetía. Yo
grité al aire que llamaran a la policía.
Al fin, llegaron y lo apresaron.
La joven mujer se fue a Urgencias y a nosotros, los vecinos, esto no se
nos olvidará jamás.
Desagradable, tremenda, terrible experiencia, para quien lo vivió en primera persona y en sus propias carnes, en primer lugar, y para aquellos testigos de primera fila de la violencia atroz, del desatino, de la sinrazón…
ResponderEliminarEs para no ser olvidada semejante atrocidad, Con solo leer el relato se me han puesto los pelos de punta.
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