jueves, 15 de marzo de 2018
martes, 20 de febrero de 2018
ARROZ BLANCO. Dolores Fernández.
Les cuento que no solía gustarme el
arroz blanco, sin embargo aquella tarde empecé a verlo de otra manera porque la
persona que me invitó a comerlo logró cambiar mi gusto culinario. Se trata de
un japonés, marchante de arte. Lo conocí en una exposición sobre pintura al
óleo. Se acercó a mí, saludándome amistosamente, de igual manera le
correspondo. A continuación mantenemos una entretenida conversación, por
supuesto sobre cuadros y pintores. Le comunico que poseo una importante
colección, que por circunstancias personales necesito venderla. El japonés
sugiere su deseo de examinarla, pero después de compartir conmigo una apetitosa
cena. Acepto la invitación, para mi desgracia estaba elaborada a base de arroz
blanco, que digerí como mejor pude. Concluido el ágape, le llevo a mi estudio.
Allí, minuciosamente examina las pinturas, transcurrida una media hora de
tanteo, acepta la compra, pagando un buen precio. Quedo muy satisfecha, pero
desde luego el éxito se lo debo al arroz, por tal motivo le dedico una merecida
ovación. ¡Viva el arroz blanco!.
viernes, 2 de febrero de 2018
ESAS NOCHES DEL SUR Amalia Jorge Frías
En el sur de la isla, hay noches interminables que no acaban
nunca. Cuando eso ocurre, los jóvenes se
sientan sobre la arena para ver a los chinos meterse en el mar, caminando hacia
el agua haciendo mucho ruido. Es digno
de ver cómo saltan los peces y cómo los chinos, poniéndose en grupos de cuatro, tiran cada uno por una
punta de la manta que, pasados unos minutos y llena de peces, arrastran hasta
la orilla, porque es tal la cantidad recolectada que no hay quien pueda
cargarla. Es un espectáculo tan especial
que las horas se les pasan volando.
Cuando los jóvenes llegan a la casa y lo cuentan para
justificar su tardanza, los padres se enfadan porque creen que los chicos han
bebido o han tomado drogas, pero ellos lo único que tienen es sueño.
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