Bajo la tenue
luz, Susana bajaba sigilosamente la escalera, no quería ser sorprendida por
nadie y menos aún que notaran su presencia.
Tenía la
herida abierta y era demasiado pronto para enfrentarse al mundo real. Las
heridas del corazón tardan mucho en cicatrizar, y más cuando se ha querido
tanto.
Al pasar por
el rellano del segundo, oyó la algarabía de la fiesta que tenía montada Juan.
No lo podía creer, se quedó atónita y llena de rabia por dentro, al oír las
risas y la música tan alta.
Allí se dio
cuenta de que ella no había significado nada, que fue una más en su lista de conquistas.
¡Que desengaño
más grande! Y se juró a sí misma que no volvería a entregarse al amor tan
gratuitamente. Si volvía a enamorarse de nuevo, sería de alguien que valiese la
pena.
La vida casi siempre concede segundas oportunidades, felizmente, y tu protagonista la tendrá, pero eso será en un siguiente relato…¿verdad, Mima?
ResponderEliminarLas heridas del amor, como tu dices, llegarán a cicatrizar, no sabemos cuando pero, lo harán. Bonita narración, me ha encantado.
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