Mientras me tomo un café, miro una foto de la casona señorial
que acabo de heredar; ¡me quedo con cara de guanaja!. Es enorme, ¿qué hago yo con ella? ¡es mucho pa mí!.
Y la condición que me ponen es no venderla. ¡Ah! y junto a la casa, un
coche color rosa, ¡fuerte cursilada!; los que vivían aquí tenían que ser
pijos. En fin, cuando mi tío me la donó,
antes de verla, pensé en una casita, pero ¡mira parai!, tengo que vivirla y no la podré mantener. Estoy amargada aunque… acabo de tener una
idea: me dejo una parte pequeña pa mí y lo demás lo dejo para nuestro
club de Flores del Teide. ¡Qué bueno!.
Las invito a la inauguración y todas y todos de etiqueta, como se merece
la gran casa y en cuanto a la monada de coche, se lo dejo a Amalia que con este
color no se nos pierde.
No hay nada que se te resista, Candelaria. Ni las herencias pijas. Tú consigues llevar todo a tu terreno y con gracia y buen humor, resuelves siempre los embolados en que a veces las meto
ResponderEliminar!Qué bueno!, ya no tendremos que pagar alquiler. Procura contratar unos buenos albañiles para que la arreglen a nuestra comodidad. Al coche se le puede cambiar el color, pero sería una pena. !Qué contenta estoy!.
ResponderEliminarMª Dolores.
¿No tenias ganas de abrir una residencia de mayores? pues ya retienes la solución. Yo me apunto, pero con la condición de que de den una vuelta en el llamativo coche.
ResponderEliminarPor favor no te olvides l conducirde contratarme un chófer porque el carnet de ya lo tengo vencido.
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