Profundamente frustrada durante toda mi vida, sin saber
que hacer frente a los problemas y escondiéndome tras una falsa máscara que
encubría mi debilidad: así era yo, y nunca tuve ni las fuerzas ni la valentía
de cambiar, aun sabiendo que debía hacerlo.
No sé lo que pasó por mi mente esa tarde, cuando con unas
amigas, disfrutando en casa de una de ellas, sacaron unas fotos de la última
fiesta que compartimos. Nunca me han gustado las fotos y siempre evito salir en
ellas pues sé que son crueles reflejos de la realidad. Pero aun así allí
estaba, en una de ellas, al lado de la mesa tomándome un refresco.
Me quería morir y cuanto más la miraba más sentía que me
desgarraba.
Ese fue el último día, de mi antiguo yo.
Decidí tomar por primera vez las riendas de mi vida y con
arrojo y valentía y sobre todo mucho sacrificio y afán de superación.
Un año después, puedo decir, que ya no soy esa chica
tímida y avergonzada, que huía de las fotos para no verse, ahora voy con la
cara levantada y paso firme pues por primera vez he logrado, una meta en mi
vida y me siento a gusto con mi nuevo cuerpo, delgado y esbelto.
Me gusta el tono de este relato y la forma en la que nos vas introduciendo en la historia que se cuenta. En cuanto el contenido, estoy de acuerdo en que no hay nada mas grato que sentirse bien con uno mismo, no importa si el envase es delgado y esbelto, o no.
ResponderEliminarMe parece un relato perfecto. Felicidades
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