En una de esas tardes, cuando el día empieza a decaer y no
sabes si mirar por la ventana, meditar, o ponerte a leer; un día indeciso de
esos en el que cualquier cosa puede pasar, llega un conocido, un amigo quizás,
que te coge la mano, y te dice te voy a mostrar el paraíso, y con la emoción,
decides aprovechar el momento, y sientes que algo te late dentro, que palpita
fuerte y te hace volar…, te dejas llevar, no preguntas, esperas que el destino
te depare “algo bonito”. Tus ilusiones son como un cuento, piensas que el mundo
es bello, como esas rosas que están al borde del paseo, en el jardín, en una
plaza, son tan bonitas, ¡pero sorpresa! Las rosas también tienen espinas, como
la vida.
Todo puede
ser bello en apariencia, pero en el interior, puede latir como un volcán, escupiendo
lava y fuego, por eso el lugar más hermoso puede ser un paraíso o un infierno
que quema por dentro, te ahoga y hace que te falte el aliento.
Tienes razón, Antidía, a veces no hay nada más cerca que lo opuesto: el amor del odio, el placer del dolor…, el infierno y el paraíso de una tarde de taquicardia. Como dice la canción: todo depende… Me gusta como escribes
ResponderEliminarGracias por tus palabras
ResponderEliminarComo todos los tuyos. Muy bueno
ResponderEliminar