lunes, 25 de noviembre de 2013

VIEJO PUEBLO. De Edelmira Linares.



Paseaba sola, con la compañía de la luna y el bochorno que da una noche de verano. En mi mente, aún podía verme correteando en la vieja plaza del pueblo, donde su centenario reloj nos va recordando las horas que pasan y no volverán.
Sentía nostalgia, a la par que felicidad, de estar de nuevo en casa después de tanto tiempo; sus viviendas seguían iguales y la vieja torre de la iglesia presidía, majestuosa, todo el paisaje.
Se notaba que era verano pues, aun siendo tan tarde, los balcones seguían abiertos, para que el poco fresco de la noche aliviara y refrescara las viejas casas, en las que casi todas tenían plantadas acacias que bordeaban la plaza, dándole, aún si cabe, un ambiente más acogedor.

Me senté en un viejo banco de piedra y pensé en la suerte que había tenido por poder volver a admirar, con mis propios ojos, tanta belleza.


2 comentarios:

  1. Te llevó a muy buen puerto el poema de Antonio Machado. Muy bien.

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  2. Recuerdos y nostalgias de un pueblo y una casa amados. Eso nos pasa a todos los que hemos nacido en un lugar pero, vivimos en otro.

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