Marta gritó despavorida
cuando el tarro de sal se le cayó al suelo.
Su madre siempre le había dicho que derramar sal era un presagio de mala
suerte y que si eso le ocurría, no se casaría nunca. Esa superstición ha sido transmitida de madres
a hijas y Marta cree en ella a pies juntillas, así que le contaré lo que mi
madre nos decía, aquello de que si se nos caía la sal, tirásemos un vaso de
agua al patio y así se anulaba la mala suerte.
No es que yo crea mucho en eso, pero a pesar de todo, cada vez que me
pasa, hago lo que decía mi madre, por si acaso…¿me escuchas, Marta?
Las supersticiones heredadas son difíciles de desechar, es verdad. Menos mal que, por si acaso, todas tienen contrapartida.
ResponderEliminarCostumbres de antaño que van desapareciendo poco a poco.
ResponderEliminarLa duda que tengo, es que si el agua tirada, es del grifo o embotellada. Ja, ja, ja. Mª Dolores.
ResponderEliminar