Allí estaba aquel
sombrero de ala ancha que un día había pertenecido a un hombre honrado, trabajador
y muy querido por sus hijos y nietos. Estos últimos lo recuerdan con mucho
cariño, cuando les contaban cuentos e historias de su vida. Rememoran como le quitaban el sombrero que siempre
llevaba puesto. El abuelo les regañaba
cuando los niños lo ponían encima de la cama.
Ellos sabían que a él no le gustaba que lo colocaran allí, porque decía
que eso daba mala suerte. ¡Cuántos
recuerdos vinieron a la mente al ver aquel sombrero!
Algunos objetos nos hablan de sus dueños, es verdad, es como si aquellos que se fueron nos hablaran a través de ellos.
ResponderEliminarEsa costumbre del sombrero aún pervive en algunos lugares del campo. En las capitales, está en desuso el cubrirse la cabeza con esa elegante prenda.
ResponderEliminarEs bonito que algunas personas se identifican por sus objetos personales. Mª Dolores.
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