De pequeña, escuché relatos sobre la noche de San Juan que
me impactaron. Existía la creencia de que
esa noche mágica si se ponía un recipiente lleno de agua al sereno de la noche
y a la mañana siguiente se miraba en el agua, aquel que no viera su rostro
reflejado, moriría ese año.
Había una joven en el pueblo que, junto a sus primos, esa
noche siguió el ritual del agua. A la
mañana siguiente salió en busca del recipiente para mirarse en el agua pero…¡no
vio su rostro!.
Ese mismo año, enfermó de tuberculosis y murió. A veces no se sabe si las creencias son supersticiones
o premoniciones.
O tal vez la casualidad une dos circunstancias que derivan en que la superstición se alimente y crezca. ¿Quién lo sabe? Forma parte del misterio de existir.
ResponderEliminarLas cosas que suceden, pienso yo, son cosas del destino y nada más.
ResponderEliminarEsta superstición es muy triste. !Pobre chica!. No hay derecho. Mª Dolores.
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