Aquellos eran tiempos de
mucho atrasado, creo que hará de esto más de 75 años. La gente no discurría
nada, sólo tonterías. Todas las familias trabajaban en el campo, las niñas
íbamos a la escuela, pero antes teníamos que ir a llevar el desayuno a nuestros
padres, al lugar donde estuvieran trabajando y al salir de la escuela teníamos
que volver al mismo lugar a llevar el almuerzo, esto era un pecado mortal
porque el trayecto era largo.
Un día, una niña de 8 o 9
años fue a llevar el desayuno a su padre, no estaba en la casa y un tío suyo le
dijo que él había ido al mar a coger unas lapas. La niña fue a la orilla del
mar en busca de su padre y allí lo encontró, ella le insistía ¡Vamos papá!, que
es tarde para la escuela. Él no le hizo caso y como había un destino que allí
le esperaba, siguió cogiendo lapas. En un momento, la niña oyó un grito fuerte,
se acercó y vio a su padre caído en el agua, allí había una lancha pescando, se
acercaron y lo recogieron, pero estaba muerto, le dijeron a la niña que subiera
por aquel risco en busca de alguien, y
pudo llamar a unos familiares que estaban por allí, la lancha se fue derecho a
Santa Cruz de la Palma, allí lo llevarían al depósito hasta que llegaran sus
familiares.
El médico certificó que
fue un infarto, que si hubiese estado en su casa habría sido igual su muerte.
Cuando la niña llegó a su hogar, se abrazó a su madre mientras le comentaba que
ya se habían quedado solitas porque les faltaba aquel ser que tanto las quería.
¿Les ha gustado esta
historia? Pues lamento decirles con todo el dolor de mi corazón que la pobre
niña de esta historia es la misma que la termina de escribir y la lleva
presente en su corazón para siempre.
Nos has dejado boquiabiertas y doblemente tristes ante esta historia, al sernos desvelada la identidad de la protagonista. Vivencias tremendas por sí mismas, pero que cobran una densidad aún mayor si quien las vive es una niña.
ResponderEliminarConmovedora historia la de esa niña. Al desvelarnos su identidad me quedé sorprendida.
ResponderEliminar