Es una dama en el más
amplio sentido de la palabra: atractiva, agradable, generosa, optimista y
satisfecha con lo que la vida le ofrece. A pesar de haber tenido algunos
reveses de salud –poco agradables-, una vez superados, hace borrón y cuenta
nueva, o bien, los recuerda sin acritud.
Las cosas pasadas andadas están, no tienen
por qué dejar huella. Esa es su filosofía. A mí me ha servido de acicate
en diversas ocasiones. He tratado de seguir su ejemplo pero…, no es fácil
alcanzarlo, lo suyo es genético, además de poseer una voluntad inquebrantable.
Hace pocos días visitó a
un especialista de la medicina. El facultativo, después de examinar el
resultado de las pruebas que le aportó, quedó sorprendido; fue tal su
extrañeza, que le preguntó si las mismas correspondían a su persona. La señora,
que es octogenaria, respondió afirmativamente. El médico le explicó que tenía
unos huesos como los de una persona de cincuenta años, como mucho, de sesenta muy
bien cuidada. El doctor manifestó que en su dilatada carrera, sólo se había encontrado con un caso
similar, el que fue llevado a junta de médicos por lo poco frecuente.
Recibir una noticia tan
buena, hizo que la paciente se sintiera resarcida y feliz; si tenemos en cuenta
que otro facultativo había prescrito una intervención de rótula.
Debo apuntar que esta
mujer excepcional, a quien admiro, es una amiga muy querida, no solo por mí,
sino por todas las personas que disfrutamos de su amistad.
Buenos genes y buena suerte la de esta señora con quien celebramos tan buenas noticias. Motivo de envidia sana, desde luego. Cuidarse sin duda vale muchísimo, aunque también es verdad que no siempre es suficiente
ResponderEliminarMerece la pena una mención especial esta amiga tan particular y querida.
ResponderEliminarTodos tus relatos me parecen formidables, éste tiene un toque de admiración hacia su personaje que enternece. Ya me gustaría a mí llegar a esa edad con esa fortaleza. Te felicito, por tu relato , y por esa bonita amistad.
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