A Javier lo habían
despedido de su empleo, después de quince años trabajando. Fue a las oficinas del paro para arreglar los
papeles y cobrar la paga. Se acercó a la
ventanilla donde había una joven muy simpática y amable que le atendió de
manera afable. Ella lo miró con unos
ojos verdes preciosos y él se quedó impresionado de aquella mirada tan
dulce. La joven le preparó los papeles y
le indicó que volviera al día siguiente para firmarlos.
Él volvió, claro. Al llegar a la oficina fue directamente a la
ventanilla donde ella lo estaba esperando.
Se saludaron. Terminó el papeleo
y, como era la hora del desayuno de los empleados, Javier la invitó a tomar un
café. Estuvieron hablando y quedaron en
volver a verse.
Gracias al paro, se
conocieron y hoy en día son una pareja de enamorados. Algo bueno puede salir de una cosa tan
desagradable como perder el trabajo hasta ¡no se sabe cuándo!, ¿pero qué
importa si se tiene amor?.
El amor nos salva siempre, Nati. Cuánta razón tienes. Con él las penas y tristezas de desdibujan hasta casi casi desaparecer…
ResponderEliminarLo tuyo es de contigo pan y cebolla. Lo encuentro muy irreal. MªDolores.
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