Esta es una historia
con mal comienzo y final feliz. Este
personaje del que les hablo nació en una familia de campesinos de cinco
hermanos –con él ya fueron seis –una madrastra que era requetebuena y un padre
que no lo quería; lo maltrataba. Gracias
a su madrastra que lo defendía. Todo ese
odio por ser rubio; los demás eran morenos.
Por esa razón, él quedó marcado de por vida.
Estalló la guerra y
marchó al frente. Lo hirieron y volvió a
Tenerife. Casó con su madrina de guerra
y salió el sol para él. Mujer buena y
guapa, con ella y sus hijos tuvo una vida llena del cariño que se merecía.
Su padre –ya solo y anciano –no quiso quedarse
con sus hijas y…se vino con él. Lo
cuidaron entre todos hasta que murió en
sus brazos.
Con el tiempo, él
también partió; como siempre, al lado de su familia: justo premio a lo buena
persona que había sido. Dios te tenga
con él, querido Yeyo.
Vida condensada en pocas líneas de modo tal que emociona. Me ha tocado el alma este relato, Candelaria, contado desde la sencillez y la autenticidad, con el tono y ritmo que te es característico, nos habla tu relato de algo tan hermoso como el perdón.
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