martes, 22 de septiembre de 2015

BOTONES DE ORO Lucía Hernández



Podría tener botones de oro, pero no los tengo.  Los trajo mi abuelo de Cuba.  Un día le  pedí dos de ellos a quien los heredó, para hacer unos zarcillos a mi niña.  Me dijo que sí pero jamás los vi. Con el tiempo, el hijo de este familiar se casó y su nuera los vendió para comprar algo para la hija.
Así pasaron las cosas.  Así fue como se perdieron los botones de oro de mi abuelo.




1 comentario:

  1. Me encanta que de un simple ejercicio narrativo en clase, surjan historias tan interesantes como estas

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