Ocurrió sobre las ocho
y media. Yo estaba muy tranquila haciendo
la tarea, cuando mi madre me dijo:
–Termina y cámbiate de ropa que vamos a ir a
La Laguna a ver la procesión del Cristo y los fuegos.
A mí me pareció algo increíble
que a mi madre se le hubiera ocurrido esa idea, cuando ya era casi la hora de
acostarnos, pero no me atreví a preguntarle nada por miedo a que se
arrepintiera.
A la media hora, vino
mi padre a buscarnos con el coche nuevo; ¡otra sorpresa!. Yo sabía que iba a cambiar de coche pero no
me había enterado que ya lo tenía.
Aquella fue una noche
muy especial: estrenamos el coche, vimos la Procesión del Cristo y la maravilla
de los fuegos que duraron cuarenta minutos.
Todos eran bonitos pero los más que me gustaron fueron los de la montaña
de San Roque; esos no me daban miedo y los de la Plaza sí porque parecía que me
iban a caer encima.
Llegamos a casa cuando era más de las doce. Me costó dormir porque con tantas sorpresas y emociones me encontraba muy excitada, sin embargo, por la mañana me encontré muy bien, sólo un poquito distraída, al acordarme de tantas cosas buenas que me habían sucedido. Un día que siempre recordaré con cariño.
Llegamos a casa cuando era más de las doce. Me costó dormir porque con tantas sorpresas y emociones me encontraba muy excitada, sin embargo, por la mañana me encontré muy bien, sólo un poquito distraída, al acordarme de tantas cosas buenas que me habían sucedido. Un día que siempre recordaré con cariño.
Bien resuelto el ejercicio. Como se pedía, es absolutamente creíble que la historia de este suceso está contada desde la perspectiva de una niña.
ResponderEliminarBonita narración, ibas de asombro en asombro. Un buen suceso para alegrar tu infancia. Mª Dolores.
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