La rapaciña come
los ñacos, luego, refunfuñando, aliña las castañas para su ñaño que, sentadito
a su ladiño, le cuenta ñoñerías, al mismo tiempo que corta la piña con un puñal
de estaño.
El ayo maño, muy
mañoso, llena un vasiño de un riquiño cariñena, sacado del cuñete. A continuación de haber tomadiño un sorbiño,
se limpia los labiños con un pañuelo pequeñito.
El niño ñácaro, tira el muñeco de la niña Carmiña al caño. Ñu, ñu, ñu…, se fue al fondiño, ¡pobriño
muñequiño!
El cañuto de mi
primo, tras escudriñar los amoríos del gañán de su cuñado, se va rapidiño por
el cañaveral, en busca de cañas para construir una cabaña.
La señora eñe,
con su moño al viento, recorrió el mundiño, buscando un lugariño para
asentarse. Después de un tiempiño de dos años, lo encontró en la España
cañí; ¡ole!
Muy trabajadas estas carantoñas de la Ñ. Se nota que hubo un trabajo de búsqueda detrás. Me alegró descubrir que además, no tuviste miedo a la construcción de vocablos nuevos que reforzaran el uso de la Ñ, haciendo un guiño al gallego…
ResponderEliminarUn trabajo muy bien realizado, para mí gusto el mejor de la clase hecho con mucho ingenio y mucha gracia. Te felicito.
ResponderEliminarComo es de bien nacido ser agradecido, pues a eso voy. Muchas gracias Amalia por tu comentario. MªDolores.
ResponderEliminar