De plástico, cartón, látex, o la
propia piel, no importa el material que sea, lo cierto es que todos llevamos
una. No sabemos en el momento que nos la ponemos, ni dónde y el por qué.
Queremos ser lo que no somos, engañar al otro haciendo ver lo que queremos que
vea, ocultar nuestro verdadero yo. Así unos y otros, dentro y fuera de nuestras
casas llevamos una de cara a una vida, a una pantalla, aparentando lo que no
somos. Aunque un día cualquiera, en un momento indeterminado, termina cayendo,
como cae el telón en cualquier obra de teatro. ¿Para qué tanta máscara si de
todas formas, más pronto que tarde, sea o no carnaval, nos dejará con nuestras
miserias a la vista?. Por todo ello, desprendámonos de ese artilugio que no nos
lleva a ninguna parte. Sólo al fracaso, a la vergüenza, a perder el glamour
cuando menos lo esperemos.
Vivamos nuestra vida tal y como somos
sin aparentar lo que no es. Sólo seres humanos con defectos y virtudes, felices
o infelices, pero sin perder el ser.
Sin duda el título de esta semana, por alguna razón, nos ha llevado a la reflexión, nos ha dado argumentos para filosofar sobre cuánto hay de verdad en lo que mostramos de nosotros mismos.
ResponderEliminarTienes razón, existen personas que les gustan aparentar lo que no son, lo que no han sido y lo que nunca serán. MªDolores.
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