Para Marisa es imposible enfrentarse
al entorno que la rodea. Todos los días se coloca la máscara de la resignación,
para así ocultar su indecisión. Le cuesta salir del hoyo donde permanece
sumergida. Está obligada a trabajar para su madrina, mariscando entre las duras
rocas de la costa que bordea el pueblo lúgubre donde reside. Pero, el deseo de
Marisa es estudiar Ciencias Políticas. Desde que recibieron en la lonja, la
visita de la Presidenta de la Nación, sin saber cómo, quedó prendada por esta
importante dama, floreciendo en ella la necesidad imperiosa de vivir otra vida
que calcine todas sus penurias.
Una fría mañana, se levanta
dispuesta a todo, muy decidida y rompiendo los esquemas, prepara su equipaje.
Con la cara lavada, sin máscara, abrigando su menudo cuerpo con un chaquetón
gastado por el uso, emprende el camino hacia la capital, para labrarse un
porvenir más prometedor.
Un relato que nos conduce a una moraleja: es bueno conseguir el valor para desprenderse de ataduras, de máscaras que esconden nuestros verdaderos sueños para, entonces, ir en su búsqueda, sin miedo.
ResponderEliminarBien Dolores me gustan las mujeres que están dispuestas a vivir los días quw estamos en este mundo vivamos a tope,mil aventuras
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