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Un día, me
puse a emparejar los calcetines y me sorprendí al comprobar que me faltaban
casi todas las parejas. No me quedó más
remedio que tratar de unir aquéllos que más se parecían. Al poco tiempo, escuché como mi hijo me
preguntaba:
-Mamá, ¿qué
has hecho con los calcetines?
A lo que yo
le respondí:
-Hijo, ahora
se usan así
-Pues te los
pondrás tú porque yo los quiero casados
-No es mi
culpa. Ese fue el duende de los
calcetines que se llevó los que faltan.
Todavía no
sé si se creyó aquella historia.
Breve, sencillo y un mismo tiempo ingenioso y divertido relato.
ResponderEliminarSiempre das una nota agradable y cómica a tus escrito. Da gusto escucharlos y luego leerlos con mas calma, así los saboreamos mejor.
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