Ayer encontré un viejo sobre dentro de un
mueble. Había estado buscándolo durante
algún tiempo pero, fue ese día, mientras hacía limpieza de papeles, cuando lo
descubrí. Sentí una gran alegría.
Estaba estropeado por el transcurso del
tiempo. Lo abrí y saqué de su interior
una cantidad de postales, algunas más dañadas que otras pero, todas, llenas de
recuerdos de mi infancia y juventud. Me
emocioné releyendo las dedicatorias tan cariñosas. Entre ellas, encontré algunas que yo misma le
había regalado a mi madre por el día de
las madres que, en aquella época se celebraba el 8 de diciembre. Cada vez que
las leo, siento una gran tristeza porque ya no está con nosotros y la echo
mucho de menos. Una de las muchas
dedicatorias que le escribí, dice así:
“Una
madre es lo mejor que tenemos en el mundo,
por
eso mi amor profundo
hoy en
su día le doy.
Tu hija que te quiere
mucho, Nati.
Otras postales eran de mis hijos cuando eran
pequeños. Las repaso una a una y siento
nostalgia de aquella época y me doy cuenta de lo rápido que han pasado los
años. Ahora son mis nietos los que me
regalan postales felicitándome.
Es bonito descubrir como algunos objetos van atados a los recuerdos de tal modo que, al encontrarnos con ellos, afloran sentimientos, emociones y memorias.
ResponderEliminarMUY EMOTIVO TU RELATO CON DEDICATORIA INCLUIDA. ME RECUERDA A MI ÉPOCA Y, AFLORAN EN MI SENTIMIENTOS DE AÑORANZA
ResponderEliminar