Hace
unos años vine de Venezuela con mis padres.
Yo era una niña de pelo rubio y ojos azules muy bonita pero, sólo me
gustaba jugar con una pelota como los niños; nunca me reunía con niñas, salvo
en la escuela. Me gustaba estudiar pero,
cuando fui mayorcita, de repente, se dio la vuelta la tortilla.
Hoy
me veo con mi pelo cortito, tengo una barba negra, y nadie puede ver en mi a
aquella niña preciosa que era. Aunque
les haya costado, mis padres lo han aceptado.
Yo no tengo miedo, no tengo ninguno porque acepto la vida que Dios ha
puesto en mis manos. Vivo con una chica
y ambas somos felices.
Aceptarse a sí mismo para hacer frente a la vida sin caretas ni máscaras y sin miedo, es lo que hizo tu protagonista
ResponderEliminarESTA HISTORIA TUYA,ESTÁ A LA ORDEN DEL DÍA. AÚN HOY, SE SUELE CUESTIONAR POR ALGUNAS PERSONAS.
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