Me llamo Diego y les voy a
contar la historia de un viaje que hice con mi abuela y mis papás a
Vilaflor. Iba con mi abuela en el
asiento de atrás del coche de mi padre y, cuando subíamos por la carretera tan
llena de curvas que une San Miguel con Vilaflor, mi abuela le dice a mi papá
que parara el coche porque íbamos a mirar si había fruto en los almendros.
Yo nunca había visto las
almendras en el árbol y pregunté:
-Abuela, ¿cómo se coge eso? –
ella me abrió una de esas cosas peludas y dentro ¡estaba la almendra!.
Seguimos bajando hacia las
huertas y había uvas e higos picos. ¡Esos
sí que picaban porque tienen pinchos!.
Después, subimos en coche hasta la casa de mi tío Chano. Allí vi más fruta que nunca había visto en
los árboles: ciruelas, peras, manzanas, limones y hasta uvas.
Pasé un día
estupendo. Comimos papas con bacalo y
¡qué rico estaba todo!. Yo quiero que me lleven otro día para recoger los
huevos de las gallinas, ver los pájaros que tiene mi tío en la jaula y darles
alpiste porque son muy bonitos. No tuve
ni tendré ningún miedo.
Las vivencias y aventuras que los niños disfrutan en el campo, en contacto directo con la naturaleza, son imborrables y dejan en el ánimo un regusto dulce, apegado a la memoria de los grandes momentos.
ResponderEliminarSEGURO QUE ESE NIÑO, TAN ESPECIAL PARA TI, NO OLVIDARÁ ESE DÍA DE CAMPO.SUS DESCUBRIMIENTOS ANTE LA NATURALEZA SON ENRIQUECEDORES Y ,LA CONVICCIÓN DE QUE HAY COSAS QUE NO SE FABRICAN SINO QUE SURGEN DE ARBOLES Y ANIMALES SON UNA EXPERIENCIA PRECIOSA.
ResponderEliminarQue bonitooooooo!!!
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