Sabía que la
debilidad de mi hija eran los cuadros antiguos y los óleos, en especial un
bodegón que yo tenía en el comedor. Las
frutas y verduras parecían recién cogidas de la huerta. De pequeña solía sentarse frente a él y
decirme: ¡si huele a higos!.
Me senté
frente al cuadro y parecía que me decía: ¡me falta la mirada de ella!.
Con estos recuerdos y reflexiones llegué a una conclusión. ¿Dónde iba a estar más bonito aquel bodegón que en el comedor de la casa de mi hija?.
Lo descolgué y se lo regalé en su cumpleaños.
Con estos recuerdos y reflexiones llegué a una conclusión. ¿Dónde iba a estar más bonito aquel bodegón que en el comedor de la casa de mi hija?.
Lo descolgué y se lo regalé en su cumpleaños.
La belleza está en los ojos de quien mira, dicen por ahí. Creo que este relato nos habla un poco de eso. Qué maravilloso cuando uno descubre lo bello a través de la mirada de otro. Mucho, dice mucho este microrrelato, con tan pocas palabras.
ResponderEliminarSe advierte tu emotividad a través de la escritura. Eres sensible y cálida compañera. ¡Hurra!
ResponderEliminarMe imagino,la felicidad que sentirías, al ver la alegría de tu hija el día que le regalastes el cuadro, te echamos de menos, y también a tu bonitos relatos.
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