Por fin las entrañables fiestas navideñas. ¡Qué
placer me dan!. Parezco una niña
ilusionada con la llegada de Papá Noel,
después de la cena. El momento me
fascina, ¡me parece prodigioso!. Nuestro
padre es quien anuncia el instante de recibir cada uno su regalo y, ahora
mismo, acaba de expresarlo apuntando divertido: ¡todos al árbol, a retirar los
presentes que, entrando por la chimenea, ha dejado el hombre de Laponia con sus
renos! ¡Jo, jo, jo, jo! ¡Al ataque mis valientes!.
Juntos, al unísono, dejamos la mesa y nos lanzamos a
las faldas del árbol de navidad plagado de paquetes, todos con sus nombres
puestos y comenzamos a abrirlos, rompiendo los papeles, sin ningún
miramiento. Al principio, cada uno
pendiente de su obsequio, no nos hemos dado cuenta de los demás pero, enseguida
nos fijamos en papá: está rodeado de cajas de zapatos y en cada una de ellas
unas pantuflas, ¡cinco pares nada menos!, por lo que no es de extrañar su cara
de asombro; ¡no se lo puede creer!. De
súbito, inicia una carcajada contagiosa y, todos terminamos riendo sin
parar. Después de una pausa, papá
comenta algo en tono jocoso.
-Mañana mismo abro una tienda de pantuflas y, si no
las vendo, me voy a Laponia para que el Papá Noel me las cambie por un juego de
mesa, que sirva para que podamos reunirnos y jugar todos a la vez.
Inmediatamente después y, sin que paráramos de reír,
añade, chistoso.
-Espero que el próximo año sea más meticuloso y no
se repita tanto. Los Reyes Magos ¡jamás
me han defraudado!, será cuestión de quedarme con ellos.
Divertida anécdota que, con pantuflas o con otro objeto, de seguro se habrá repetido en más de una ocasión en la entrega de regalos de cualquier familia, y es que, a veces, la magia de Papá Noel o de los Reyes, falla, ¿verdad?.
ResponderEliminarLa Navidad da mucho juego y, cualquier anécdota pasada se cuenta como ocurrida en la actualidad y tiene plena vigencia.
ResponderEliminarDe todos tus escritos sabes que tengo debilidad por los que haces mención a tu padre,
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